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La América profunda emerge con fuerza

Redacción




Virginia Montes.

Demente y sobón Joe Biden, cada vez más demente y corrupto, dijo que en las elecciones de medio término se jugaba «el alma de la nación». En buena medida, tenía razón. Un alma diabólica y satánica representada por el partido demócrata y el padre de Hunter, el cocainómano pornógrafo. Y otra la de un partido republicano en el que le han entrado patriotas por las costuras y ya no tiene a la deleznable Liz Cheney.

El resultado fue abrumador. cinco millones de votantes por encima y mayoría absoluta en la Cámara de Representantes. La ola roja sí existió. Y la América profunda, el sureño círculo bíblico, el corredor Mormón, Florida y Texas, que representan lo mejor, está a la ofensiva, le ha perdido el miedo al «Estado profundo» y a las tesis delirantes y depravadas de la cochambrosa y mierdera progresía.

Utah prohíbe y cierra los abortorios donde se masacra a los más indefensos. Tenneese prohíbe los espectaculos de drag queen. Ya iba siendo hora. El gran Ron DeSantis en Florida disciplina a la satánica Disney, que enseña la pierna y se ve la pezuña de lucifer, ese que convirtieron en el protagonista de unos dibujos animados que tuvieron que retirar apresuradamente. Ron DeSantis que ha tomado medidas contra la inmigración ilegal, ha tomado medidas contra las degeneradas universidades woke, contra las peligrosísimas transiciones de género.

El mismo Ron DeSantis que se felicita por la emigración con los pies de los putrefactos estos demócratas hacia Florida. Un hecho sin precedentes que se está dando en toda la geografía norteamericana, porque a la gente decente no le gusta vivir bajo una falta de principio que conducen al crimen irrestricto, como la descerebrada y gilipollas ex alcaldesa de Chicago que ha basado su nefasta gestión en ser lesbiana y afroamericana.

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Como dice un inteligente tuitero, «parece que a la América profunda no le gusta el nuevo orden mundial. Occidente está en manos del cinturón bíblico sureño. Ahí hay resistencia de verdad». La América profunda emerge con fuerza.