Enrique de Diego.
Mientras algunos discapacitados ideológicos retornan la medievalismo como Yolanda Díaz reinventado el añejo despropósito de los precios fijos de los productos básicos, conviene volver la mirada a un hecho en sí fortuito, la toma de La Bastilla, el 14 de julio de 1789, que cambió, con la fuerza del mito, la historia partiéndola en dos. París estaba agitado pero nada hacía presagiar el impulso revolucionario que representó la toma de la prisión del Antiguo Régimen. Se forma una milicia burguesa que organiza una marcha con 40.000 voluntarios que retira 32.000 armas sin resistencia de la guarnición. Se dirigen a La Bastilla. Launay, alcaide la fortaleza, dice que ordenará dispara si es atacada. A las 13,3o horas la guarnición es atacada y los soldados suizos disparan. A las 16 horas un disparo de cañón derriba la puerta central y una desordenada multitud de artesanos, soldados y pequeño burgueses entre en el patio interior. La guarnición suiza dispara sobre la masa. Llegan trescientos soldados de la guardia francesa. En la torre se agitan pañuelos blancos. A las 17,30 horas La Bastilla capitula. Se liberan siete prisioneros. La turba degüella y cuelga a tres oficiales y tres soldados suizos.
En una España adormecida y aborregada, que se ha dejado matar con la excusa de cuidar de su salud, con la complicidad de todos los políticos, de todo el personal sanitario, médicos y enfermeras, policías y guardias civiles, las cifras de la masacre de compatriotas es ya brutal: 148.126, cifra resultante de los 113.000 mayores que fueron asesinados con malos tratamientos, como morfina o redemsivir, y las terribles intubaciones, y los 35.123 de sobremortalidad en lo que va de año. Cabe esperar poco de una sociedad así, cuyo destino es la extinción con una crisis económica programa y planificada. El sistema pretende entretenernos con juegos florarles de Pedro Sánchez, el temerario, y Alberto Núñez Feijoó, el autócrata triste, pero en el fondo, en lo esencial son las dos caras de Juno, del nuevo orden mundial, de la agenda 2030, cuyo pin lucen ambos orgullosos y dementes en la solapa de sus chaquetas; los dos han participado en la masacre, y de Alberto Núñez Feijoó sólo se puede decir que ha sido el más vacunazi de todos, que ha hecho méritos ante las élites de ser el más radical, pidiendo la timo vacunación obligatoria e imponiendo el pasaporte covid.
Pero aún con todo, quedan patriotas conscientes que nos convocan a todos a una manifestación en fecha tan emblemática como el 12 de Octubre. Dentro del sistema no hay salvación, fuera del sistema hay supervivencia. Con las autonomías no hay supervivencia posible, con la casta parasitaria el desastre es seguro y el genocidio impune. Ahora o nunca. Me dicen por todos los lados, que la sociedad está despertando, que ha despertado, que es consciente del crimen en masa horrible, que ahora sí, que el hambre acecha a la vuelta de la esquina, que sólo se necesita un detonante para que se tome La Bastilla. Ojalá. Hay que ser pacíficos, no pacifistas. El Apocalipsis -en cuyo tiempo estamos- nos manda darles el duplo de castigo por sus crímenes.
El otoño será muy caliente, el invierno largo y gélido y en primavera florecerán las guillotinas.