Ignacio Aguado pega una puñalada trapera a Inés Arrimadas y, tras pedir la dimisión de toda la ejecutiva, abandona la formación. Muestra así su semblante peor de rencor, resentimiento y oportunismo cuando un Ciudadanos inane, por culpa de personajes como Ignacio Aguado, que ni repitió en las listas electorales ante su amplio descrédito, se dirige a un debate cainita sobre su refundación, paso previo a su disolución.
El que fuera vicepresidente del Gobierno de Madrid, Ignacio Aguado, ha anunciado esta mañana que deja su partido. Entiende que se produce en el mismo una «falta de liderazgo» y que hay «ausencia total de estrategia, desgaste de la marca» y falta de reacción ante «un fracaso electoral tras otro», siendo el último el sufrido en las elecciones andaluzas.
Aguado recuerda, en una carta enviada a su partido y que ha hecho público en las redes sociales, que solicitó hace dos meses públicamente la dimisión de toda la ejecutiva nacional de su partido y la convocatoria de un Congreso extraordinario, pero no ha sido escuchado y por eso, dos meses después de solicitarlo, decide dar el paso de abandonar la formación en la que comenzó a militar hace 9 años y en la que ocupó uno de los cargos de más trascendencia y visibilidad al que ha llegado Ciudadanos al frente de un Gobierno.
El exvicepresidente -que dejó todos sus cargos en el partido hace año y medio- solicitó la renovación de la ejecutiva «por los nefastos resultados electorales cosechados en Andalucía», donde Ciudadanos pasó de 21 a 0 escaños, «unidos a los pésimos resultados ya obtenidos meses atrás en Cataluña, Madrid y Castilla y León».
Entendía, explica, que «las sucesivas debacles electorales eran motivo más que suficiente para que se produjera la dimisión inmediata de toda la Ejecutiva y se diera voz a los afiliados en un Congreso Extraordinario donde se acordara un nuevo rumbo y un nuevo liderazgo. Pero no se han producido ninguna de las dos casas; al contrario, señala, «la dirección del partido ha decidido emprender una huida hacia adelante, que no comparto, disfrazada de una refundación en la que no creo».
A su juicio, el problema «no son las ideas ni los principios fundacionales», sino «la ausencia total de estrategia, el desgaste de la marca y la falta de un liderazgo capaz de volver a ilusionar a los votantes».
Con estas palabras, Aguado recoge el sentir de parte de su partido, igualmente crítico con la actual dirección, que encabeza Inés Arrimadas. Un movimiento el suyo que ahondará en la profunda tensión interna que se vive en el partido naranja.