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La mascarada de la Comisión 6 E en el Congreso USA

Redacción




Virginia Montes.

La Comisión del 6 E no está pudiendo ofrecer a los Estados Unidos el objetivo previsto: acabar con la figura política de Donald Trump. Más aún, en un efecto boomerang está provocando el descrédito de los nueve congresistas, y especialmente de Liz Cheney, hija del ex vicepresidente Dick Cheney y número 3 del partido en el Congreso, pero que tiene muy difícil ganar en las primarias de Wyoming. Es una clara representante de lo que los seguidores de Trump denominan con el acrónimo de RINO (republicanos sólo de nombre).

Al igual que en el llamado «asalto al Capitolio», cuando la Policía abrió misteriosamente las puertas, se vio a activistas de Black Lives Motter entremezclados con la multitud, el objetivo era obtener el final de la vida pública de Trump, pero están consiguiendo todo lo contrario. En su mitin de su vuelta triunfante a Washington Donald Trump afirmó que «me presenté una primera vez y gané. Una segunda me fue mucho mejor». Incidiendo en el clamoroso fraude electoral perpetrado, ya demostrado en Arizona. Trump ha definido como «burla a la justicia» y «parodia de juicio». Y lleva razón: todos cuantos han testificado a favor de Trump lo han hecho en audiencias privadas, lejos de las cámaras generosas con quienes han testificado en contra, normalmente del tipo de alguien me dijo que había oído a alguien. Lo ha dicho Trump, sus amigos «fueron silenciados y, a veces, arruinado».

La evidencia del clamoroso fraude no sólo está en Georgia, que siempre ha votado republicano, ni en que los Estados con mandatarios demócratas cambiaron las leyes para favorecer el pucherazo, ni en que fue Dominion la empresa encargada del recuento, una excrecencia venezolano especializada en pucherazos al máximo nivel, sino en hecho mismo que el ganador fue un degenerado y demente Joe Biden.

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Hubiera sido asaltar al Capitolio y dar un golpe de Estado que evitara el golpe dado por los demócratas con el payaso de Biden, pero sólo se trataba de presionar al traidor Mike Pence para que no refrendara los resultados. Los demócratas vieron la oportunidad de acabar con el hombre que había estropeado sus planes, y cambiando los tiempos del globalismo, que utiliza a Biden como el pelele que es; se abrieron las puertas y luego a quemarropa se asesinó a la veterana de la Fuerza Aérea, Ashley Babbit. La mascarada de la Comisión sobre lo que sucedió el 6 de enero naufraga en el ridículo. A los demócratas y a Liz Cheney les ha salido el tiro por la culata.