Enrique de Diego.
Es un hombre avezado y bregado en la lucha, siempre desde la sociedad civil. Dirige una asociación que nunca ha recibido una subvención, ni un euro de dinero público, para mantener se independencia. Conoce al dedillo, la corrupción del sistema partidocrático y como ha impregnado al sistema judicial, en donde se brega con espíritu de lucha y cuantiosos éxitos, conseguidos a fuerza de no doblegarse.
Está empeñado en movilizar a la nación, para lo que domina las redes sociales. «La gente lo está pasando muy mal y ha llegado el momento. No llega ni siquiera a fin de mes, con la electricidad por las nubes, con el combustible, imposible. En octubre, se van a dar las condiciones, cuando hayan vuelto de vacaciones y empiecen los colegios, la situación va a ser explosiva».
Y añado: cuando el fútbol, el moderno opio de los pueblos, no sirva de entretenimiento; y los jóvenes, los hijos, se encuentren que sus padre no tienen para pagarles la discoteca.
Sigue nuestro líder social, forjada su personalidad de luchador en mil batallas: «Estamos organizados. Hemos aprobado ya el manifiesto; vamos a proponer los nombres del movimiento para que la gente vote en las redes sociales y lo elijan. Cada uno va contactando con los sectores y la acogida es muy buena. Primero, convocaremos una gran manifestación nacional ante el Congreso y luego mediremos fuerzas para ir a la huelga general».
En la conversación, no se citan a los sindicatos, obesos de subvenciones, ni a ningún partido. «Va a ser la sociedad civil». Diez mil transportistas y comerciantes han perdido su medio de subsistencia, pero ningún político, esos se han subido los sueldos y las prebendas; el Gobierno usa y abusa del Falcón como Irene Montero en su reciente viaje a Estados Unidos o Yolanda Díaz para buscar alianzas internacionales para su proyectito para seguir viviendo del momio, ajenos a la realidad del sufriente pueblo español, cuando hasta las pensiones están en peligro por una deuda disparatada.
Mi interlocutor tiene claro que otoño, octubre, es el momento indicado, el punto de no retorno para la sociedad española. Ahora o nunca. Ahora, en octubre. Que corra la voz.