Enrique de Diego.
A raíz de tu pretensión de llevarme a los tribunales se me ha producido una variante del síndrome de Estocolmo que bien podrá llamarse síndrome de Orihuela del Tremedal. Me produces mucha pena, una infinita ternura, porque estás consiguiendo pasar de ser una celebridad en tu hermoso pueblo a ser el tonto del pueblo. Una persona que te conoce bien, y te tiene cariño aunque más a mí, me indica ante tu alocada y temeraria huida hacia adelante, ante tus paridas genocidas de llamarnos ratas y cucarachas y que hay que exterminarnos y matarnos, me dice que «hay que comprender a Federico, se pasa ocho horas en la radio y se le va la olla». Tú problema no es que se vaya la cabeza es que nunca la has tenido.
Eres como el reflejo de la luz de Antonio Herrero que se ha ido apagando hasta hacerlo del todo y el resultado es patético. Te has convertido en un tonto de baba que vocifera frases patéticas que avergüenzan por tu nula sesera. Siguiendo con lo de las ocho horas en la radio, el abuso de los somníferos, la tortilla de ellos que ingieres todos los días, estás de atar, para que unos loqueros caritativos te pongan la camisa de fuerza y te lleven al frenopático. Si no quieres terminar en la cárcel, que la denuncia por delito de odio lo tienes muy mal, y te has buscado a una abogada, María Márquez de Prado, que te va a espeluchar para nada, que es una pésima abogada. Has perdido por completo el sentido de la realidad y parloteas sin sentido como un auténtico tonto de baba:
Hoy Federico Jiménez Losantos en cólera, desacreditando a una eminencia española en la materia de farmacovigilancia, el catedrático Joan-Ramon Laporte Roselló, por su intervención en el Congreso sobre la vacunación.
Le dice de todo menos bonito. Ver para creer. pic.twitter.com/Dil9rap19f— Minotauro Celta (@MinotauroCelta) February 9, 2022
No es que agarres a un clavo ardiendo es que vas y te sientas encima de él. Eres un pobre hombre. Visionando cortes de vídeos tuyos, hace unos años tu cara tenía otro aspecto, se diría que eras un niño malo con un micrófono, te lo pasaba bien con el programa, pero ahora, en tu retorno totalitario freudiano, apareces crispado, con los ojos empequeñecidos, bramando maldiciones, echando espumarajos por tu boca, rechinando los dientes, mientras te vas quedado sólo: 79.000 oyentes en la última oleada del Estudio General de Medios, en las redes sociales hay una decepción generalizada, la gente abjura de ti, se avergüenza de haberte seguido, cuando no un cabreo sordo. En el Club de Libertad Digital no queda ni el apuntador, le salen ya telarañas. Así que ahora no muere nadie, gracias al pinchazo de muerte: ¿y Elia Rodríguez? ¡Ah, ‘accidente doméstico’! Hay millones de ‘accidentes domésticos» que reciben el nombre de REPENTINITIS.
Estoy por mearte para que huelas a hombre, pero es que eres un mediocre patético, y siempre lo has sido, ahora, globalista estúpido, se te ha notado. Pero has hecho mucho daño a gente indefensa que te tenía como referencia y se ha sentido vilmente traicionada y eso no se perdona, no se levanta, estás acabado; no llenes de oprobio a los vecinos de Orihuela del Tremedal. Como dice un viejo dicho aragonés, parece que ha muerto la madre que parió a todos los tontos.