AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Carta del Editor: Los gobiernos, todos, sin legitimidad de ejercicio serán derrocados

Redacción




Enrique de Diego.

Es lamentable, a fuer de propaganda, la ignorancia sobre nociones básicas para el análisis político. Entre las más groseramente ignoradas están las de legitimidad, que actúan tan inexorablemente como la ley de la gravedad. Voy a tratar de explicar tan importantísima y decisiva cuestión en el momento presente. La legitimidad del poder es esencial, hace referencia a que algo tan extraño como que los hombres tengan que obedecer a una entidad superior exige que ésta tenga legitimidad. En el Antiguo Régimen, el poder era de origen divino y una familia reinaba por la gracia de Dios, después de haber accedido sus ancestros mediante alguna proeza o acto fundacional heroico. En las democracias, mediante elecciones libres renovadas a tiempo tasado. Esto hace referencia a la legitimidad de origen, pero es precisa igualmente la legitimidad de ejercicio, que una vez perdida, el Gobierno queda deslegitimado, se genera un vacío y termina siendo derrocado. Esto necesariamente e inexorablemente.

Al lado de esta noticia, en estas páginas de Rambla Libre se cuenta la historia de Kathya López, 29 años; ha seguido las recomendaciones de su gobierno autonómico, emanadas del Gobierno de la nación, que le ha dicho que la timo vacuna era la solución y le ha destrozado la vida. Los Gobiernos extraen su legitimidad, les concedemos el monopolio de la violencia y les permitimos elaborar leyes que nos obligan, a cambio de obtener protección de ellos. Es obvio que no ha sido así y que los Gobiernos, no sólo el español, han atacado a sus poblaciones con la finalidad de eliminar población, de matar a sus ciudadanos, y de esclavizar a los supervivientes. Por ende, han perdido su legitimidad de ejercicio y van a ser derrocados.

NO TE LO PIERDAS:   Jorge María Bergoglio y el Opus Dei

Eso es un hecho inexorable, que se va a producir, pues los gobernados ya no aceptan los mandatos de sus gobernantes. Lo vemos en Canadá en el convoy de la libertad con la toma pacífica de Ottawa, con el respaldo del pueblo, mientras Justin Trudeau se ha escondido en algún lugar ignoto, rodeado de sus escoltas. Ha pedido que los políticos no hagan causa común con los camioneros, de forma que no se difumine su legitimidad de origen, pero él ya no puede volver a gobernar, porque lo que ha llamado «vacunas» son instrumentos de muerte y exige a los camioneros que corran el riesgo de enfermar y suicidarse. Todo dependerá de la postura que adopten los militares y los policías, por la única cuestión de que tienen armas, pero si apuestan por Justin Trudeau entrarán en una espiral de dictadura militar que destruirá a la nación. La gente ha echado mano de lo que está a su alcance, el camión, y ha buscado llenar esa legitimidad de ejercicio.

Lo mismo sucede en Australia con los camioneros yendo a Canberra, lo mismo puede suceder en USA, donde está en preparación un nuevo convoy de la libertad que marcharía sobre Washington y para el 14 de febrero está anunciada una convocatoria de camioneros para marchar y tomar Bruselas, donde Ursula von der Leyden carece incluso de legitimidad de origen, como representa de una entidad supranacional, simplemente elegida indirectamente por sus pares. Cómo concluirá todos estos movimientos es una incógnita, pero se puede asegurar que resolviendo la completa falta de legitimidad de ejercicio que aqueja a casi todos los Gobiernos. En la medida en que se resistan los gobernantes genocidas asistiremos a escenas de linchamiento, como ya ha estado a punto de suceder en Bulgaria donde una multitud, el demos, ha estado a punto de asaltar al Parlamento.

NO TE LO PIERDAS:   La llamada de lo salvaje, con Harrison Ford

Los policías y los militares aún respaldan a los gobernantes indignos pero han sido igualmente atacados, ellos y sus familias, y se abrirán sus ojos al horrendo crimen perpetrado por las élites contra el pueblo soberano, del que ellos forman parte. No lo lógico sino lo inexorable es que ellos participen en el derrocamiento, pues sin legitimidad de ejercicio es imposible sostenerse. Es, como se ve fácilmente, un proceso revolucionario en el que aún no hay proyecto político, sino instintivamente la disposición a defender la libertad y la vida, seriamente dañadas en su ataque por los gobiernos.

La gente que se pregunta con lo que está pasando que no esté la gente en la calle muestra una preocupación tan angustiada como retórica. En primer lugar, las manifestaciones son ejercicios de movilización. La gente no tiene armas. Ha descubierto los camiones como tanques pacíficos, como el arma que tiene a mano. En la medida que se enroquen los culpables, irá creciendo la protesta, es posible que haya desabastecimiento, se generalizará la desobediencia civil, incluyendo la fiscal, hasta que se produzca el recambio del gobierno. El poder está en la calle, podemos decir que está en la carretera, está en vacío de poder, que será llenado porque los gobiernos han atacado, obedientes al globalismo, a los gobernados. El proceso está en marcha y triunfará inexorablemente como la ley de la gravedad.