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LOS QUE VAN A MORIR, TE SALUDAN

Redacción




Editorial.

Alguien lo tiene que parar. Resulta dramático que el fútbol o el baloncesto, donde este sábado caía fulminado el jugador del Santander, Óscar Cabrera, cuyo estado de salud preocupa y que, de seguro, se le ha destrozado la vida para la práctica del deporte. El jugador del Sevilla, Ocampos tuvo que ser retirado del campo en camilla. La jornada anterior fueron tres los jugadores, uno de la Liga italiana, otro de la francesa y un tercero de la inglesa: Víctor Landelof, del Manchester United, 27 años, Piotr Zielinski, de 27 años, del Nápoles. Y Martín Terrier, de la Lique 1, del Rennes. A los que hay que sumar Christian Eriksen, cuyo contrato ha sido resuelto por el Inter, Kun Agüero del Barcelona y Adama Traoré, 26 años, del Sheriff Tiraspol.

En otra situación que la que vivimos, ya se hubieran encendido todas las alarmas. Hay un punto común en todos ellos: a todos se les ha inyectado el veneno letal, todos han sido timo vacunados, porque así lo decidieron las directivas de los clubes. Reclamamos las entrañas de humanidad de los Florentino Pérez y Joan Laporta y compañía para que paren esta locura infame, este espectáculo dantesco, este escenario de peleles que caen tronchados mientras se llevan la mano al pecho o caen fulminados como Óscar Cabrera.

Se sabe el mecanismo que produce tales REPENTINITIS. Lo ha explicado desde estas páginas la eminencia de la Catedrática María José Martínez Albarracín: «Es importante recordar al respecto que en el estudio de seguridad en fase IV de la vacuna para covid de Pfizer, la mayoría de las muertes producidas en el grupo  vacuna, son debidas a eventos cardiacos. Sabemos además que las células del miocardio tienen receptores ACE2, es decir receptores para la Spike protein que está codificada en todas las vacunas génicas para covid, que además, el corazón es un órgano muy vascularizado y los vasos sanguíneos también presentan dichos receptores y que en las necropsias de personas vacunadas fallecidas, se ha encontrado una gran infiltración linfocitaria del corazón por lo que hay una altísima probabilidad de que el daño cardiaco provocado por las vacunas: miocarditis y pericarditis principalmente, se deba a un proceso autoinmune».

Un día habrá un muerto, más pronto que tarde, o un equipo tendrá que cambiar por REPENTINITIS a tres jugadores o cualquier otra locura. El mundo de la gran competición no puede seguir mirando para otra parte como si no sucediera nada. Los equipos médicos deben ser despedidos pues han fallado o porque están comprados por las farmacéuticas o por ignorancia vencible y culpable. O se toman medidas ya o todo degenerará en un espectáculo en el que los nuevos gladiadores modernos tendrán que volver al viejo saludo: LOS QUE VAN A MORIR, TE SALUDAN.