Luis Bru.
El country cuenta con adeptos en todo el mundo, pero es género fundamentalmente presente en la región de las praderas, en el Medio Oeste, donde era el territorio del cowboy, de los indios y los forajidos; surgió en los años 1920 de la balada irlandesa mezclada con el gospel, tocada con el banjo, la guitarra, el acordeón y la armónica; es, en propiedad, el folk norteamericano, aunque es popular en una parte de los Estados Unidos, los Estados que componen el circle bible, donde la Biblia configura la vida de las personas y es la referencia máxima. Música alegre y nostálgica, en la que la letra tiene un papel preponderante. Es ese Estados Unidos que los intelectuales progres de la coste este y oeste desprecian, pero sin el que los Estados Unidos serían dos finas zonas costeras desnortadas.
Es el circle bible, la nación del country la que siguió a Abraham Lincoln en su lucha contra la esclavitud y ha participado en primera línea en todas las guerras y en todas las causas nobles, Nación de libertarianos, que sienten una repulsión instintiva frente al Estado; que aman protegerse a sí mismos con la segunda enmienda y no ceden un ápice en su derecho a portar armas, porque en ella está parte de su dignidad y de su autoestima.
La nación del country ha encontrado su nueva identidad: no se vacuna, no le gusta el discurso mentiroso de mentiroso Mengele Fauci, ni el eugenésico de Bill Gates. Son los llamados a liberarnos a todos de esta conjura globalista, porque rinden culta al patriotismo, a los veteranos y siempre han estado dispuestos a defender la libertad; su libertad y la de los demás. Son ecologistas por su contacto con la naturaleza, no de opereta o comedia bufa. Y lo van a hacer. Hay muchos síntomas de que están a punto de iniciar la contraofensiva a ritmo de las notas de una balada country.

Por la región de las praderas ha sonado con fuerza, como un banderín de enganche la voz viril de la leyenda de Travis Tritt, el mejor country: no tocará en lugares de conciertos que requieran que sus patrocinadores proporcionen prueba de vacunación contra COVID-19, mandatos de mascarillas o que requieran pruebas previas al espectáculo. Toda una declaración de guerra porque «la narrativa que infunde miedo se está derrumbando».
No hay medias tintas en la nación del country, ni concesiones, ni componendas: «Cualquier programa que haya reservado que discrimine a los asistentes al concierto al exigir una prueba de vacunación, una prueba de COVID o una máscara se cancelará de inmediato. Muchas personas están adoptando una posición firme en contra de estos mandatos en todo el país, y yo de todo corazón apoyo esa causa. He sido muy firme en contra de los mandatos desde el principio «. Tritt está «dispuesto» a defender las libertades de Estados Unidos.

Cuidado, esta gente habla en serio y se toman en serio las libertades civiles. El veneno de muerte va parejo a un nuevo totalitarismo atroz. Esta gente tiene un arsenal para defenderse y está a punto de iniciar la contraofensiva contra los genocidas. Falta el detonante y los mandatos de demente y sobón Biden con su extralimitación del poder ejecutivo van a serlo. Indiana, donde se venera el country, ya anuncia que recibirá con los brazos abiertos a los Policías de Chicago que no quieran inyectarse el veneno de muerte. Dos Américas: una, aborregada; otra, que ha dicho no. Sin la nación del country, los planes globalistas y genocidas pueden darse por fracasados. Las armas están cargadas.