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Felipe VI chapotea en la obviedad y la corrección política

Redacción




Miguel Sempere.

Felipe VI no ha eludido la situación de Cataluña en su mensaje de Navidad pero se ha perdido en las obviedades, en la dialéctica unidad-diversidad: “una España abierta y solidaria, no encerrada en sí misma; una España que reconoce y respeta nuestras diferencias, nuestra pluralidad y nuestra diversidad, con un espíritu integrador; una España inspirada en una irrenunciable voluntad de concordia”.

Remitiéndose de nuevo a la legitimidad de la transición, ha hablado de «un gran triunfo de todos los españoles» refiriéndose a la democracia española como “madura, donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar, libre y democráticamente sus opiniones y sus ideas, pero no imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás. El camino no puede llevar de nuevo al enfrentamiento o la exclusión…que sólo generan discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico –y por supuesto- económico a toda una sociedad”.

Ha pedido «serenidad, estabilidad y respeto mutuo; de manera que las ideas no distancien ni separen a las familias y a los amigos”, de modo que en Cataluña “renazca la confianza, el prestigio” y su “mejor imagen” y también que se afirmen allí “los valores que la han caracterizado siempre en su propia personalidad” y que le han dado “los mejores momentos de su historia: su capacidad de liderazgo y esfuerzo, su espíritu creativo y vocación de apertura, su voluntad de compromiso y su sentido de la responsabilidad”.

Por la misma senda de la obviedad, ha situado como “objetivo esencial y prioritario” la creación de puestos de trabajo y evitar “la desigualdad y las diferencias sociales” que afectan especialmente a los jóvenes. Constata también que “la corrupción se mantiene como una de las principales preocupaciones de los españoles y pide medidas para “su completa erradicación”. Reconociendo que España ha perdido posiciones en la Unión Europea, Felipe VI insta a que se “recupere” el “protagonismo en el proyecto europeo” ya que ahora “requiere una mayor vitalidad e impulso”.

Luego se ha sumado a la agenda globalista, incidiendo en la “defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático” reclamando que España se “mantenga firme en sus compromisos ante un problema que afecta a todo el planeta y que requiere soluciones no sólo globales, sino verdaderamente urgentes”. También ha citado la violencia de género como “lacra inadmisible que nos hiere en nuestros sentimientos más profundos y nos avergüenza e indigna”.