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Carta a la nulidad de Pablo Casado: Cómplice del genocidio

Redacción




Enrique de Diego.

En este lodazal que es hoy España, en esta cisterna de sangre que será mañana, cuando el miedo y el pánico haya echado a la sociedad española al sacrificio de la codicia y huela a cadáver por los cuatro costados, habrá un corresponsable máximo y complaciente, alguien que, Pablo Casado, a fuer de lacayo, no se atreve a levantar la voz y acude sumiso a ser premiado al Foro de Davos como «líder juvenil en proyección»; no cabe mayor desquiciamiento moral, ni más absoluta falta de criterio y convicciones, que en esta sumisión lacayuna a la agenda 2030, compendio de todas nuestras desdichas. Pelele.

Pablo Casado, timo vacunado.

Eres de un biotipo deleznable, nacido para la política, como profesión, desde Nuevas Generaciones, como un lameculos vocacional, como el chico de los cafés de Esperanza Aguirre y de José María Aznar; sientes aversión al compromiso con cualquier idea, eres bizcochable; papagayo de frases hechas; mierda seleccionada en esta mierdocracia, superviviente a fuerza de no tener ningún ideal, porque no tienes donde caerte muerto. Aspiras a ser la alternativa a Pedro Sánchez y no eres más que la continuidad. Qué pena me das, qué asco. Eres cómplice del genocidio y ni siquiera te enteras, como no te enteraste de la carrera y los másters de pega.

Cuando el pueblo español, dormido y aborregado, va a ser exterminado, cuando los jóvenes van a ser aniquilados, cuando España va a extinguirse, te tenemos a ti, entregado al sistema, a la molicie. Víctima de tu propia estupidez y de tus propios miedos te has puesto la inyección letal, repleta de tóxica proteína Spike, que te destruirá el sistema inmunológico. Lacayo hasta el final, no tienes hechura, ni hombría, para parar el genocidio; ni te has informado, ni has desarrollado tu espíritu crítico, nulidad, has entregado tu pobre alma al diablo y es mal amigo tu aliado, primero te lo promete todo, te miente, y luego te destruye. Estás muerto, Pablo Casado.