Enrique de Diego.
Eres un pasmado, que no corre sangre por tus venas, ciudadano Felipe de Bobón. La vida te ha sido fácil, funcionario desde el mismo momento de la concepción, tanto que pensabas que, como todo el mundo te sonreía, todo el mundo era feliz. Perteneces a una saga de traidores, que ha sido una auténtica plaga para España. Tu abuelo, huyó para pegarse la gran vida. Y tu padre, bueno de tu padre, picha brava y corrupto a más no poder, sin recato, pegando sablazos en las audiencias, el que le puso en la pista de las mordidas al ingenuo de Iñaki. Y tú no te enterabas de nada. ¡Venga ya! O es que eres tonto o te lo haces.
Ahora luces en tu solapa la marca de la bestia, la señal de que has vendido tu alma al diablo, el pin de la agenda 2030, que será tu final, y quizás tu muerte, porque el diablo primero te miente y luego te destruye. Has vendido a los patriotas garrulos que todavía gritan viva el rey, por un globalismo en el que tú no tienes sitio, estás de más, eres prescindible, no sirves para nada. Algunos todavía no saben que eres el sostén de este sistema corrupto, de esta clase parasitaria, hecha a imagen de la podrida monarquía; que legitimas la cesión constantemente, que no representas la unidad sino la disgregación.
Pero has traspasado no una sino todas las líneas rojas en tu afán por mantenerte en el cargo, con sueldo y prebendas y privilegios, porque no sabes hacer otra cosa, o sea nada, firmar lo que te pongan, sin conciencia y sin escrúpulos morales. Desprendes hedores luciferinos. Buena muestra es la concesión del premio princesa de Asturias, nunca pudo caer tan bajo, a Marina Abramović, una satanista de tomo y lomo, asquerosa, que llama «arte» a cosas, como la que describe nuestro subdirector Guillermo Mas: «llevar una cruz invertida al cuello, sostener un cráneo de cabra, posar delante de un cuadro dedicado a Satán, organizar cenas que imitan el canibalismo o crear pócimas con “semen y orina”, es el arte que merece ser premiado por estas élites». Y dice que «en mi carrera he sentido muchísima soledad, depresión y vergüenza». Más le tenía que haber dado. Lo vas a pagar tú y tu progenie. O el premio princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades a la abortista compulsiva Gloria Steinem. ¡Vaya premios, vaya joyitas! Hay cosas con las que no se juega sin quemarse. Con Letizia, tan aficionada al ocultismo y a lo satánico., como quedó claro en la Feria del Libro de 2015 adquiriendo vorazmente libros ocultistas y satánicos; la abortadora, homenaje a lucifer, desvergonzada de Maná. Te maldigo a ti y a tu progenie, porque los has maldecido tú, porque no defiendes a los españoles, sino que conspiras contra ellos, contra sus vidas y su salud, contra sus sagrados hijos.
Te delataste el 26 de mayo, cuando dirigiéndote a la Fundación Cotec, dijiste que «la vacuna, y no el virus, señala el comienzo de una nueva era»; una nueva era de calamidades inefables; eso del gran reseteo. Cotec, entidad creada en 1990 por iniciativa de Juan Carlos, cuyo objetivo es fomentar la innovación tecnológica en las empresas, y pillar mordidas. El acto, celebrado en el complejo de La Nave de Madrid, arrancó con un recorrido por una muestra de una decena de respiradores fabricados durante la pandemia gracias a la iniciativa ciudadana y de la colaboración público-privada para paliar la escasez de equipos en los hospitales al inicio de la crisis sanitaria. «Algunos de estos dispositivos están hoy salvando vidas en países de distintos continentes, cuyos sistemas de salud, como el nuestro y el de tantos otros países, se han visto en algún momento desbordados», destacaste, haciendo el elogio de los aparatos de tortura del genocidio protocolario al que se han visto sometidos nuestros ancianos, porque esos respiradores les quemaban con oxígeno puro los pulmones, terrible mala praxis médica, negligencia por no hacer autopsias. ¡Maldito personal sanitario que se escuda en obedecer órdenes como las SS! O protocolos.
Tú, Felipe, no salvarás el cuerpo ni el alma. Cojón del anticristo, le llamaba el Beato de Liébana a Elipando de Toledo. Tú eres, tan poquita cosa, tan banal, tan insustancial, el cojoncito del anticristo, no das para más.
Sobre la ingeniería social (18): La lucha contra el reinado de Satán