Roberto Centeno. Catedrático de Economía de la UPM.
El sentir mayoritario de los españoles, ante la dimisión de ese guerra civilista totalitario, apóstol del odio y de la mentira, amigo de terroristas y criminales antiespañoles y cuyo objetivo era imponernos una dictadura bolivariana Pablo Iglesias, es la expresada por el futbolista vasco Ivan Campos: “Por fin se va la mayor rata de la historia de España. Ahora solo queda que lo investiguen y pueda demostrar la justicia española que es un farsante y un delincuente y lo metan en la cárcel”.
Decía mi gran amigo Camilo José Cela, que “a los malvados y a los traidores hay que desearles siempre lo peor, y que ardan en las llamas del infierno”. También nuestro mas insigne escritor actual, Arturo Pérez Reverte, parafraseando a Ovidio le dice a Iglesias algo parecido “ ahora, a ti torrente, turbio y nada claro, te deseo veranos abrasadores e inviernos llenos de sed”.
Ciertamente, este miserable, mentiroso hasta la nausea y enemigo de España cuya destrucción deseaba, esa “nada envuelta en odio” según la feliz definición de nuestro mejor historiador César Vidal, ha dejado un borrón indeleble en nuestra historia, ¿ como ha sido posible que con una representación insignificante, ese traidor, indocumentado, financiado por los regímenes narcoterroristas mas sanguinarios de Latinoamérica pudo llegar a ser Vicepresidente del Gobierno de España?.
Culpable principal de la muerte de decenas de miles de ancianos, en las residencias no solo de Madrid sino de toda España, que eran de su exclusiva competencia, y que a pesar de las reiteradas peticiones de los responsables de las mismas de ser recibidos para arreglar el terrible problema, siempre se negó a hablar con ellos. Y no solo eso, en que también afirmó que los mayores “se fueran a la mierda o a donde quisieran, pero que dejaran de dar la lata”. Hay que ser un redomado canalla para comportarse así.
En su etapa de gobierno presume de haber conseguido el ingreso mínimo vital, que solo recibe menos de una de cada diez peticionarios, o de haber creado un “escudo social” inexistente. Sin embargo si enchufaría a decenas de miles de sectarios analfabetos de su partido, empezando por su pareja, con sueldos medios de 40.000 euros año, le conseguiría una subvención de 55 millones de euros al enemigo número uno de España, Roures, exigiría subidas de impuestos brutales que el malvado Sánchez ha hecho suyas, y actuaría como representante del criminal Maduro en el Gobierno de España.
Para el pueblo de Madrid, este canalla bolivariano tenía prevista la mayor subida de impuestos sobre las familias de la historia, la creación de 51 observatorios y chiringuitos donde enchufar miles de correligionarios con sueldos de lujo, y convertiría el edificio de la Puerta del Sol en un museo “antifascista”, es decir, un museo de la mentira frente populista, del odio y división entre españoles. Como le diría Ana Rosa Quintana “váyase y no vuelva, y cierre la puerta giratoria al salir”. Tanto mal le deseo, como daño ha hecho a España y a los españoles.