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Necesitamos la Divina Misericordia: Jesús, confío en ti

Redacción




Enrique de Diego.

Santa María Faustina Kowalska nació el 25 de agosto de 1905 y nació a la Casa del Padre el 5 de octubre de 1938. El 22 de febrero de 1931 se inicia una serie continuada de apariciones de Jesús, que durante más de siete años, le irán descubriendo el insondable misterio de la Infinita Misericordia y que irá escribiendo en su diario, del que este libro es un resumen. San Juan Pablo II rescató del olvido a esta gran mística y la canonizó el 30 de abril de 2000: «La luz del Mensaje de Misericordia confiado a Santa Faustina por Jesucristo, iluminará al hombre del tercer milenio». También consideraba su misión difundir esta devoción, que hoy, en la Pascua es preciso rezar a las 3, que el próximo domingo es la Festividad de la Divina Misericordia: «Dios, desde el inicio de mi Pontificado, me encargó, especialmente, difundir su Misericordia».

La Divina Misericordia está directamente relacionada con la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, manifestación máxima del amor del Hijo de Dios, y sobre su dolor nos puede hacer una idea las imágenes de «La Pasión» de Mel Gibson. Santa Faustina está clavada en la Cruz y va desmenuzando las revelaciones de Cristo. Es un libro de gran aprovechamiento para el alma, no para las almas tibias sino para las que dicen: «Jesís, confío en ti».

En la página 47 se lee lo siguiente: «Al venir a la adoración, en seguida me envolvió un recogimiento interior y vi al Señor Jesús atado a una columna, despojado de las vestiduras y en seguida empezó la flagelación. Vi a cuatro hombres que por turno azotaban al Señor con disciplinas. El corazón dejaba de latir al ver esos tormentos. Luego el Señor me dijo estas palabras: Estoy sufriendo un dolor aún mayor del que está viendo. Y Jesús me dio a conocer por cuales pecados se sometió a la flagelación, son los pecados impuros. Oh, cuanto sufrió Jesús moralmente al someterse a la flagelación. Entonces Jesús me dijo: Mira y ve el género humano en el estado actual. En un momento vi cosas terribles. Los verdugos se alejaron de Jesús y otros hombres se acercaron para flagelar los cuales tomaron los látigos y azotaba al Señor sin piedad. Eran sacerdotes, religiosos y religiosas y máximos dignatarios de la Iglesia, lo que me sorprendió mucho, eran laicos de diversa edad y condición, todos descargaban su ira en el inocente Jesús. Al verlo mi corazón se hundió en una especie de agonía; y mientras los verdugos le flagelaban, Jesús callaba y miraba a lo lejos, pero cuando lo flagelaban aquellas almas que he mencionado, Jesús cerró los ojos y un gemido silencioso pero terriblemente doloroso salió de su Corazón. Y el Señor me dio a conocer detalladamente el peso de la maldad de aquellas almas ingratas. Ves, he aquí un suplicio mayor que mi muerte. Entonces mis labios callaron y empecé a sentir en mi la agonía y sentía que nadie me consolaría ni me sacaría de ese estado sino aquel que a esto me había llevado. Entonces el Señor me dijo: Veo el dolor sincero de tu corazón que ha dado un inmenso alivio a Mi Corazón, mira y consuélate».

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Pienso en qué ha devenido la Compañía de Jesús del gran San Ignacio de Loyola con sus universidad subvencionada por George Soros, a cardenales, como el Honduras, en la misma línea, a cardenales bendiciendo a los sodomitas que no entrarán en el reino de los Cielos, a esa minoría de sacerdotes cayendo en el grave pecado de la pederastia, al fundador de los Legionarios de Cristo entregado a sus vicios y su doble vida, a los miembros del Opus Dei sin frutos, sin dar la cara, a tantas defecciones de sacerdotes, religiosos y religiosas, a tantos clérigos mundanizados, a la extensión del compendio de todas las herejías, la modernista, en los máximos dignatarios de la Iglesia, y percibo la prontitud y la justicia del castigo y me viene una adhesión a la Divina Misericordia. Jesús, confio en ti. Por tu dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Santa Faustina Kowalska, El mundo conseguirá la paz si se entrega a mi Misericordia, Pedidos: José María Reyes López, Sacerdote diocesano, Teléfono: 949 27 80 76, Madrid, 2008, 190 páginas.