Ariadna Cabrera.
Ángel Víctor Torres, presidente autonómico canarios, está en modo pánico y no sabe qué hacer, salvo echar la culpa a todos de su propio desastre de gestión. Así, se ha mostrado, con la razón perdida y sufriendo alucinaciones, en su comparecencia sobre Insularidad creada en el Senado, cámara que no sirve para nada.
Para Torres, y es en lo único que acierta, la situación de Canarias es insostenible y sólo le faltó mostrar su impotencia, porque su incompetencia le salía por los poros: reclamó una mayor implicación del conjunto del Estado y de la propia UE.
Torres pasará a la historia como el presidente más incompetente, que ha dejado llegar casi 25.000 irregulares africanos, que no cesan de llegar. Eso condiciona toda la realidad de las Islas en estos momentos y en el futuro inmediato. Hunde el turismo, monocultivo canario, pero permite hacer negocio a algunos desaprensivos, como los ejecutivos de la Cruz Roja y las ONGs.
Clamando en el desierto, mintiendo más que habla, Torres más altas han caído, pidió un pacto de Estado, que es lo que solicitan los que han perdido el control de la situación, para obligar a las autonomías a que acojan a los 2.600 menas, adolescentes propensos al conflicto y al delito.
“Cuando un emigrante pisa suelo canario, está pisando suelo español y suelo europeo, por ello este fenómeno tiene que ser respondido por todos y por todos los Estados miembros de la UE”. Pero nos los devuelven desde Italia y Francia, donde no los quieren. Luego hilvanó la retahíla de soluciones ficticias y de brindis al sol: inversión en los países de origen y tránsito de los inmigrantes, relaciones diplomáticas “que deben dar sus frutos”, acogimientos dignos para los que llegan a Canarias, derivación y tránsito reglado a la Península para evitar que las Islas se conviertan en un cárcel para los inmigrantes, y deportaciones en la medida de lo posible.
Un perfecto inútil, un incompetente proteico. Que dimita ya.