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Patricio Shaw: «Los últimos ocupantes de la sede papal han enseñado lo opuesto al catolicismo»

José Antonio Bielsa Arbiol




Entrevistamos al filólogo y filósofo argentino Patricio Shaw, con motivo de la aparición de su nuevo libro: Sedevacancia: La espiral descendente del postcatolicismo, recién publicado por la editorial Letras Inquietas.

José Antonio Bielsa Arbiol: Don Patricio, la aparición de este libro, Sedevacancia, es especialmente relevante en España, tanto por su novedad como por las cuestiones que trata. ¿Cómo llevó a cabo esta investigación de tres largas décadas?

Patricio Shaw: El libro es una antología de varios libros independientes, compuestos en distintas unidades de tiempo, cada uno con su historia aparte. El proceso yo lo dividiría en (1) intuición, (2) expansión, y (3) estructuración. En algunos libros la estructuración es cronológicamente anterior a la expansión. He estudiado muchísimo, muchísimo, beneficiado por la enorme cantidad de libros católicos excelentes disponibles gratis en línea. He recogido datos, y los datos de las reglas sobre cómo expandir y estructurar los datos.

¿En qué momento empezó a estar vacante la Santa Sede y cómo se puede probar dicho hecho?

Creo que es una certeza moral, y un hecho probabilísimo, que Juan XXIII nunca fue papa, pues dio indicios sobrados y fuertes de tener una voluntad diametralmente opuesta a la voluntad de ejercer el papado, y ningún electo a papa pasa a serlo si no pone consentimiento de su parte en cumplir con esa función. Y estoy convencido por certeza teológica y metafísica, de que Pablo VI y sus sucesores jamás fueron papas, porque impusieron al mundo la religión anticatólica contenida en el Concilio Vaticano II y rigieron el mundo religioso sin la menor continuidad con el modo como lo rige Cristo y lo regiría infaliblemente un Vicario de Cristo. Lo que han venido haciendo de terrible, nunca lo haría un Papa verdadero, asistido infaltablemente por Cristo en el gobierno de la Iglesia. Por añadidura, todos ellos adhieren, y con fanatismo, a las herejías estridentes del Concilio Vaticano II: que la Iglesia de Cristo abarca la Católica y más; que todo hombre tiene por naturaleza derecho a la libertad religiosa; que las sectas acatólicas son medios de salvación.

Una pregunta que le harán los detractores: ¿hasta qué punto podemos tener una certeza fiable de que esto fue así?

Podemos tener una certeza del grado de la certeza de que 2+2=4 o de que dos rectas paralelas nunca se juntan, o de que un trozo de acero oxidado no es inoxidable. Es absolutamente seguro e innegable, y se sabe por las mismas palabras de Cristo, que un Papa verdadero no enseña al mundo, y menos aún de manera oficial, sistemática y violenta, lo contrario del Catolicismo. Es absolutamente seguro e innegable, y se sabe por análisis de numerosos dichos y hechos objetivos, que por lo menos, es decir, como muy tarde, desde Pablo VI, los ocupantes de la sede papal han enseñado al mundo, y encima de manera oficial, sistemática y violenta, lo contrario del Catolicismo.

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¿Por qué no hubo voces de peso –o al menos mediáticas– que así lo denunciaran (e incluso Monseñor Lefebvre nunca se adhirió a esta tesis)?   

Con respecto a los motivos de Monseñor Lefebvre para callar, me parecería temerario, vano, y de mal gusto pretender saberlos y decirlos. En cuanto a la pregunta general, sobre la posible causa de una inacción colectiva enorme, esta se retrotrae principalmente a una falla en los intelectos, no instruidos sobre qué es un falso papa, y también a fallas en la voluntad, sobre todo la falta de coraje de romper con lazos entrañables a personas, lugares y hábitos, y la falta de humildad de reconocer haber errado largo tiempo o toda la vida en algo importante y necesitar emprender un nuevo comienzo.

¿A partir de este momento todo quedaría invalidado, o habría algún sacramento válido –y por qué–?

Son válidos los sacramentos del Bautismo y del Matrimonio, que no exigen que el ministro o testigo sea católico. Tiene valor para quitar pecados mortales el acto de contrición perfecta aún sin confesión, Son inválidas en grandísimo porcentaje las órdenes sacerdotales y episcopales del espacio histórico del rito romano, pues Pablo VI en 1968 promulgó un rito que es inválido por no cumplir con el requisito de expresar claramente que confiere el episcopado católico. Sigue siendo válido el clero de los espacios históricos de ritos católicos no romanos: bizantino, armenio, maronita y otros. Sin embargo, por desgracia, esa validez no sirve para nada, pues esos clérigos consagran la Hostia de modo sacrílego e infructuoso, y tampoco absuelven pecados válidamente (excepto en peligro de muerte), pues no tienen de donde obtener jurisdicción: no la obtienen de un falso papa, y tampoco la obtienen directamente de Cristo por separarse ellos expresamente del falso papa. Los actos de adoración eucarística hechos de buena fe y con piedad tradicional ante una hostia no consagrada, o sacrílega e infructuosamente consagrada “una cum”, en fieles embargados por la ignorancia invencible, son recibidos por el mismo Jesús Sacramentado a quienes se dirigen: pero no en la hostia donde lo creen presente, y hasta voluntaria y fructuosamente presente.

La tragedia presente debe mirarse con Fe y fortaleza, y con el convencimiento íntimo de que Dios sigue siendo la Fuente inagotable de todos los principales bienes del alma, accesibles a la oración aún en las peores situaciones. Dios es Dios, aunque la tierra sea un desierto; Dios es Dios, aunque toda la vida desapareciera. Este es un momento histórico para dejar de hacer del hombre individual o social el centro…

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Un intelectual tradicionalista nos pregunta esto: “¿Cómo Dios ha podido permitir que tanta gente de buena fe haya vivido sin sacramentos tan importantes como la confesión o incluso hayan muerto en estado de pecado mortal?”. ¿Qué le respondería?

Que yo no tengo revelaciones privadas de Dios para responder a esa pregunta, y que Dios tiene buenas razones para permitir lo que permite.

¿Hasta qué punto cree que Dios suple el amor y celo de tantas personas que han estado privadas tantos años de sacramentos?

Eso es imposible de responder. Depende de los afectos más recónditos de las personas, y de los juicios impenetrables de Dios. Solo puede decirse que donde no se rompió a sabiendas con la Fe y la Gracia, y se hace todo lo que se puede y se entiende por agradar a Dios, la terrible crisis moderna no produce su efecto terminal y peor: matar la Gracia, o peor, matar la Gracia y por añadidura la Fe.

Para ir terminando: ¿cómo se podría revertir la situación para que la Sede Petrina dejase de estar vacante?

Esta es una cuestión muy delicada. La Beata Ana María Taigi predijo que tras un período de terrible sufrimiento que culminaría con tres días de oscuridad en que gran parte de la Humanidad será destruida por la ira de Dios, una gran luz saldrá de los cuerpos de los Santos Pedro y Pablo y se impondrá sobre el cardenal que haya de hacerse papa. La Tesis llamada de Cassiciacum, de Mons. Guérard des Lauriers, una tesis muy abstracta y metafísica que suele ser malentendida como que hiciera una transacción con la estructura eclesial neomodernista, postula una persistencia, dentro del seno de dicha estructura, de la red materialmente apostólica de titulares de sedes apostólicas, que aparte de la apostolicidad material no tienen, adheridos al Concilio Vaticano II, ningún atributo de la Iglesia Católica, y menos los principales como la participación de la potestad suprema de Cristo de regir y enseñar a los fieles, el rango de Regla de la Fe.

Patricio Shaw: Sedevacancia: La espiral descedente del postcatolicismo. Letras Inquietas (Febrero de 2021)

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