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Carta a la estadista Ana Vega: ¡Cuántas alegrías nos das!

Redacción




Enrique de Diego.

Ya te dije, estadista Ana Vega, que eras una mina y que nos ibas a dar muchos días de gloria, no pensaba, ni podía imaginar que tantos y tan maravillosos. Cómo imaginar, por ejemplo, que falsearas tu curriculum en las Cortes Valencianas poniéndote, estadista, lo que no eres ni has sido nunca, Agente Tributario de Suma, por una simple beca de tres meses en convenio con la Universidad de Alicante con Suma; la diferencia es mucha, aunque pase tu excusa de que no te cabía lo de becaria, porque en las Cortes los renglones son muy cortos, pero a lo mejor podías haberte dejado en el tintero lo de la mierda de beca y no faltar la verdad.

Lo de tu contabilidad tiene más enjundia: «El ingreso de la hucha deben ser un ingreso en efectivo, nunca por transferencia». Suena que apesta a Caja B, a pequeña Caja B, pero Caja B al fin y al cabo.

Ahora se entienden todas tus marrullerías y tropelías para ganar como fuera, y la repetición de las elecciones cuando perdiste. Rafael Ramos, tu oponente, fue llevado al matadero en unos comicios trucados, porque la dirección de Madrid y tú sabíais que no podía ganar ni de coña, porque no estáis en condiciones de entregar esa contabilidad enmarañada, con cinco cuentas corrientes y una infumable que suena a Caja B. De hecho, no podíais entregarlas en ninguna provincia y a Enrique de Vivero, en Málaga, se le hizo la vida imposible hasta que tiró la toalla y no tocó bola. Las elecciones fueron una pantomima, un engaño fraudulento de marca mayor, porque no estáis en condiciones de entregar las llaves de la caja de donde pueden salir sapos y culebras.

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Como se la montasteis a la bien intencionada militante que por whatsapp alabó las pulseras con la bandera de España y pidió más, ¡cómo se puso Mónica Borrás, la asesora que no asesora nada, que pone faltas de ortografía, con que esas cosas no se decían en público!

Lo que tenemos sobre ti basta para tumbar a un elefante blanco. Ha empezado la cuenta atrás. Y para el Irene Montero alicantino, por bocazas, tres cuartos de lo mismo. Crece el malestar entre tus militantes y cada vez tu presente es más negro y cochambroso, estadista.