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La abstención catalana será una batalla más ganada para la Libertad

Redacción




Borja Arias Montero.

En los años 90 Antonio Garcíaa Trevijano afirmó públicamente en el programa La Clave –dirigido por José Luis Balbín- que la abstención activa por parte de ciudadanos con conciencia política es la única forma de oponerse de una forma pacífica y cívica a la constitución del 78 y al juego político corrupto de los oligarcas : “Los partidos políticos que se han apoderado del Estado, que tienen secuestrada la voluntad estatal entre ellos, y por eso es un Estado de Partidos, jamás de motu proprio, van a ceder el poder que tienen. Como Franco no cedía el poder que tenía como dictador”. “ Si la abstención es más muy elevada, se deslegitima el sistema político, y obliga a la clase política a buscar otro sistema¨.

Estas ideas políticas expresadas en el ámbito público, y sobre todo en los libros que escribió el jurista, han prevalecido a lo largo del tiempo y gracias a personas valientes ha quedado recogido e inmortalizado en formatos escritos y audiovisuales. No participar de este sistema que funciona como una estafa piramidal, con políticos con ideales falsarios que usan palabrería demagógica, y que no representa directamente a los ciudadanos es un acto revolucionario de conciencia. Los valientes que no participan por dignidad en este sistema partitocrático han renegado de aceptar ser falsamente representados al abstenerse y además  no votar nulo en blanco. 

El voto nulo, aunque sea una forma de protesta, a ojos del Estado es simplemente una alteración del voto; no se recogen cuántos de ellos son motivados por la gestión del país. El voto en blanco tampoco tiene validez como queja, pues con esta acción demuestras que estás de acuerdo con el sistema de votos, pero no con ninguna de las organizaciones políticas que participan, lo que no ataca directamente a la raíz del problema: no hay democracia y hay que luchar por ella.

Negarse a que no figure tú representación en el Congreso es uno de los mayores miedos de los Oligarcas, por el poder que tiene rebelarse de forma pacífica sin que los corruptos morales puedan hacer nada. Esto es lo que sucedió el 12 de Junio de 2020, cuando los políticos Gallegos y Vascos entraron en pánico por la alta abstención electoral, aunque los grandes medios felones justificaron esto por la “pandemia” que asola el mundo.

La participación  del 12-J dejó en País Vasco índice de participación tan bajo como lo es el 52,87%, cifra nunca antes vista desde 1996. En Galicia, con un 58,84% esta cifra supone cinco puntos menos con respecto a las últimas elecciones , y hay que remontarse a 1985 para hallar una cifra similar.

En Euskadi,y sobre todo en Bilbao, donde se ha abstenido más del 51 % de la población, la movilización ha sido menor y se ha desplomado con respecto a hace cuatro años. En Galicia, tan solo a mediodía había votado el 15,01% del censo. En una acto de demagogia puro, el director general de Emergencias gallego, Santiago Villanueva, atribuyó los “buenos datos pese al virus” a la  “madurez democrática de la población, que entiende que las votaciones son seguras». Esta afirmación es un oxímoron, pues si bien es cierto que los ciudadanos han tenido madurez democrática, pero para no ir a votar : En plena pandemia nacional los políticos afirmaron que ir a votar era muy seguro, confiando en que sus lectores volvieran a obedecer y votarán con tranquilidad. 

Pues bien, si es verdad que las elecciones se hicieron siguiendo medidas de seguridad , tal como afirmaron los políticos que tienen el poder en las comunidades ¿Por qué la población desobedeció la petición de la clase política y se negó a participar? ¿Acaso antepusieron su salud a su “deber democrático” cuando todos afirmaban que esta no corría peligro? La respuesta es no; el 12 de Junio miles de ciudadanos rompieron su servidumbre, aunque es innegable que el virus les hizo ver las fallas del sistema.

Todos los líderes políticos animaron sin escrúpulos a la participación usando de nuevo el patriotismo que tanto caracteriza a los déspotas tiranos que nos gobiernan:  “Si hoy no venimos a votar, otros votarán por nosotros», “Ánimo a la gente a que vote con responsabilidad”, afirmaba Urkullu. En Galicia, el candidato socialista Gonzalo Caballero rogaba una “participación masiva”. “Es más necesario que nunca”, dijo la candidata del BNG, Ana Pontón.

No les bastó con usar la demagogia barata que también suprimieron el libre de derecho al voto de aquellos ciudadanos en cuarentena o infectados por el virus con la excusa de que podían infectar al resto de los votantes (porque el voto electrónico o por correo no es un método seguro, ¿verdad?). 

En este contexto, cabe preguntarse qué pasará en Cataluña, la región más afectada ahora mismo por la pasión nacionalissta que tanto daño hace a la nación Española. Si se hubieran llevado a cabo elecciones en esta comunidad -con la misma situación y con los políticos rogando por votos – agotada por las discrepancias políticas de los ciudadanos y la crispación social, a lo mejor la abstención aquí hubiera ofrecido datos aún más increíbles que los vistos en las otras comunidades. 

Con el auge de partidos nacionalistas, el descontento con la clase política, al igual que pasó con Podemos, se convirtió en votos hacia las formaciones políticas histórica mentes abanderados con las ideas sobre la supuesta soberanía de Cataluña para definirse como Estado independiente de España (otra gran mentira del régimen la existencia de las autonomías, pues supone una descentralización política que solo aumenta la cantidad de casta ). Esto demuestra una vez más que cuando la organización civil se une, llega un partido con un programa electoral prometedor y engaña a una parte de los electores para obtener poder. 

Si bien es verdad que Cataluña viene presentando una alta participación desde que en el movimiento 11M surgieron los nacionalismos exacerbados, históricamente esta región ha presentado una participación menor al 60% en las elecciones autonómicas celebradas desde que se instauró en Régimen del 78. Esto supone que más de un tercio de la población, además de no sentirse representada en el Estado, no aceptaba participar de este.

La abstención electoral Catalana se aprecia mejor en las elecciones generales, en las cuales gran parte del electorado de esta comunidad no acudió en 2019  a las votaciones, bien sea por apatía a la hora de votar o porque por rechazo al Estado español, o bien porque, al igual que muchos de sus vecinos de comunidad, están hartos del juego político establecido por los partidos. Muchos pueden pensar que este dato se debe a que el rechazo a España por parte de los separatistas, pero ya en las jornadas vividas el 1 de Octubre de 2107 demostraron que esto no era cierto.

La participación en ese entonces fue inferior incluso a la de la consulta del 9 de noviembre de 2014, en la que votaron 2,3 millones de personas. La abstención en Octubre de ese año  alcanzaría el 58% del total y sería mayor que la participación del propio Referéndum, pues fue  apoyado por un 42% del censo. El 90% de los votos fueron favorables a la República Catalana, sigue, sin contar los votos repetidos y los realizados por inmigrantes, tan sólo el 37,8% de la población que podía votar en Cataluña votó a favor de la independencia.

Así, extrapolando lo anterior a la actualidad, los datos que ofrecen las propias instituciones públicas desmienten este mito: Solo en Cataluña la participación en las elecciones generales ha bajado en cuatro años un 6%, cifra que se hubiera visto aumentada en un 5/10% más  si las elecciones se hubieran realizado durante la pandemia de Covid-19, que ha destapado aún más las fallas del sistema partitocrático. La población está despertando del sueño democrático en el que los políticos nos han hecho creer que estamos.

La pantomima de que un territorio puede autodeterminarse como nación solo por el hecho de poseer una cultura, lengua e historia (aunque no es el caso Catalán) ya no cuela entre la población desesperada por la ruina económica que viene, la nefasta gestión del gobierno central , y la posibilidad de contagiarse. La clase política se ha desmontado sola con sus temibles acciones realizadas en un época en la que se supone que debería imperar la unidad con respecto al enemigo común. 

La sociedad Catalana, y otras en las que dominan políticamente hablando los nacionalismos, están rompiendo barreras que impiden al ciudadano ser libre de verdad, pues apoyando la abstención activa y la libertad política colectiva no importan los sentimientos con respecto a su nación , pues con el sistema representativo que propone Trevijano en su obra “Teoría pura de la República” se  permitiría al ciudadano controlar a quien tenga el poder político, asegurando así una democracia formal directa y participativa.

Mientras los borregos se dejan llevar por el lobo, España será sumisa a lo que disponen los poderosos del Estado. Nuestra mejor arma es negarnos a estar falsamente representados, no apoyando este sistema a través del libre derecho a no votar.

Fuerza y Honor.