Enrique de Diego
Lo enervante del giro copernicano de la excortesana zarzuelera Pilar Urbano es que ella fue una de las principales bazas, de los arietes de la gran mentira del 23 F, de la épica de un Juan Carlos parando a las Capitanías, de Sabino Fernández Campo controlando a la Brunete, de una democracia amenazada por un Ejército involucionista.
Toda esa serie patrañas, sin fundamento en los hechos, han sido el consenso universal durante tres décadas. Han sido difundidas por todos los medios de comunicación; han sido enseñadas en las escuelas y todavía el sistema toma medidas contra el hijo de Antonio Tejero para mantener la ficción.
Si bien la función de Sabino Fernández Campo durante el 23 F fue episódica y superficial, fue importante en la venta de la mentira, de modo que el fiel mayordomo de Juan Carlos, Alfonso Armada, pasó a ser un vil traidor que actuó por su cuenta y el CESID -hoy CNI- desapareció de la escena y hubo un halo de heroísmo que nunca existió.
La difusión e imposición de la mentira sobre el 23 F ha de ser considerada como uno de los mayores triunfos de la propaganda. Puesto que eso ha producido en una democracia formal resulta del todo extraño,si no se tiene en cuenta que en España la libertad de expresión es una ficción, puesto que los medios dependen del poder político a través de las concesiones administrativas y la publicidad institucional, a la que hay que sumar la de las grandes empresas, tan entremezcladas en sus intereses con el favor político. Y si no se tiene en cuenta también que esta democracia es de muy baja calidad.
De alguna manera, todos los grupos políticos estaban en el ajo de lo que se preparaba y el PSOE implicado hasta las trancas. Y, por supuesto, a todos les convenía la mentira, como también a los sindicatos y a las patronales., Todos hociqueaban en la depredación de los Presupuestos y en la mejora sustancial de las cuentas corrientes de sus miembros, a costa del indefenso contribuyente, de unas desarmadas clases medias. A nadie le convenía cuestionar la monarquía, ni el papel de Juan Carlos en la bufonada, porque es el pilar en el que se basan sus intereses.
Es probable que si en 1981 hubieran existido las redes sociales con la fuerza que han adquirido hoy en día esa mentira hubiera sido combatida y quizás no hubiera prevalecido, con la fuerza que ha tenido. Porque quien se oponía al dictado de la versión oficial era condenado al ostracismo.
Nació del 23 F el juancarlismo, como una especie de reposición del franquismo sociológico. Y a su genésis contribuyeron todos, empezando por Pilar Urbano, sin desmerecer su cambio de criterio, aunque no reconozca sus errores del pasado, ya que nadie lo hace en España. El sistema salió fortalecido de su propia comedia.
El pueblo español, pastueño y aborregado, se mostró satisfecho con la mentira que se le servía y no la cuestionó. Quizás no tuvo elementos de contraste, puesto que cualquier crítica estaba vedada y fue silenciada, pero eso no elimina la responsabilidad de cada uno respecto a su obligación de buscar la verdad.
El que ahora la desmemoria y la mentira se estén viniendo abajo tiene profundas consecuencias y se mueve en la tendencia a una creciente deslegitimación de la monarquía instaurada, que con la legitimidad muy mermada en origen -plebiscitada dentro del paquete constitucional- se dotó de un remedo de legitimidad de ejercicio mediante la falsa épica del 23 F. El sistema percibe que ni la monarquía está quedando fuera de los aires de fronda que lo cuestionan. El cambio de Pilar Urbano es, en ese sentido, altamente significativo.
http://ramblalibre.com/2016/11/01/23-f-4-la-implicacion-evidente-de-juan-carlos/