Editorial.
No nos tomamos en serio el republicanismo de Podemos, nos lo tomamos a chirigota, es el carnaval del republicanismo, le es tolerado por el PSOE decir cuatro machadas para justificarse y seguir en el poder como si tal cosa; si fuera en serio, y no meramente retórico, rompería la coalición de Gobierno planteando un ultimátum para la convocatoria de un referéndum monarquía-república, que, como heredero del PCE, se negó y ocultó en el baúl de las traiciones, sacando de vez en cuando la bandera de la II República, para jugar al guerracivilismo y epatar al burgués.
En caída libre, camino del testimonialismo, cuando no de la extinción, el revival republicano es una tabla de salvación por poco tiempo, el tiempo que se vea una de tantas mentiras, para plegarse y acomodarse a la casta; es, en todo caso, una muestra de mala conciencia, de quien ha practicado el nepotismo en gran escala y se ha instalado en la más grosera mentira. La referencia a los jóvenes que traerán la República es la vil patraña de un nefasto profesor de una Facultad que nunca debió existir y que elude así su responsabilidad en el desastre al que ha llevado a los jóvenes con sus delirante doctrinas, meras coartadas para el paro de los jóvenes y la colocación de Pablete Iglesias. Éste ha visto que el 60% de los españoles son republicanos, pero no de la República bolchevique sino de la Constitucional.
Un tipejo que se esconde tras fuertes medidas de seguridad que le cuestan al contribuyente dos millones de euros al año es un cobarde y un pequeño burgués que esconde su falta de patriotismo enfundado en una bandera ideológica, por la vergüenza que siente por la bandera de España, la entrañable rojigualda.
Llegará una República como mil primaveras de libertad colectiva política, con separación de poderes, en la que Pablo Iglesias no tiene cabida; la República Constitucional con 600 políticos, estadistas, frente a los 400.000 actuales, depredadores, expoliadores, corruptos, entre los que se encuentran los de Podemos, los más cínicos. Esa República Constitucional la traerá el pueblo en un esfuerzo liberador, en una eclosión social de salvación y de libertad, erradicando todo el cúmulo de mentiras con las que ha arruinado a la gente, a la buena gente trabajadora.