Enrique de Diego.
En las circunstancias actuales, votar es una forma de suicido. En fecha tan lejana como 1996, en «Privatizar las mentes», ya analicé que la sociedad española era inviable: demasiada gente dependiendo del Estado, demasiada poca para sufragarlo, financiación mediante deuda, una estafa. Ahora, la gente que va a depender del Estado es descomunal, y la gente que lo va a sufragar decrece y si suben la presión fiscal todavía más. De nuevo a deuda, pero los intereses nos van a comer y a la futuras generaciones que les den.
El aparato político no se puede sostener, 400.000 políticos asfixian a cualquier sociedad, aplastan a los productivos. Hay que cambiar de modelo, la sociedad española no puede sobrevivir, es deforme. Hay que cambiar rápido. Con el Estado de partidos vamos a una consunción. El Estado de partidos son todos los partidos que participan en el circo y cada uno cumple su papel. Los de Bildu agrediendo a los de Vox y estos enfrentándose viven el circo y contentan a sus parroquias, mientras el horizonte inmediato se llena de negros presagios y resuena cada vez más fuerte una palabra: hambre.
Una posible salida sería un plan Marshall, pero este consistía en préstamos para comprar las exportaciones norteamericanas. Aquí se trata de recibir dinero a fondo perdido para mantener un Estado que se derrumba. El Estado de partidos funciona mediante la corrupción. Del rey abajo todos. Los fondos europeos se utilizarán para mantener los chiringuitos de los partidos y se crearan empresas ex profeso para corromperse.
Ahora lo que toca es no legitimar el maldito juego del Estado de partidos ejerciendo la abstención activa. Ojalá que los gallegos y los vascos lo entiendan. Dependemos de ellos.