Editorial.
Crece el número de los que apuestan por la abstención activa, que puede ser la gran sorpresa tanto en las gallegas como en las vascas. Por primera vez hay una apuesta por la abstención para romper y deslegitimar al sistema de Estado de partidos, que se caracteriza por la hiperinfación de políticos designados por las cupulocracias y sin representación alguna para los electores. El sistema necesita legitimarse por una concurrencia significativa en las urnas, de ahí que todos los dirigentes animen a votar.
Nosotros animamos a no votar, para mostrar la desafección a un modelo ineficiente, despilfarrador, que nos ha traído la ruina y la esquilmación. Que no tiene representación, sino que juega con la mentira y con la adhesión hooligan a unas siglas, sean las que sean, jugando con la servidumbre voluntaria.
La gente, el pueblo ya sea hartado. Como en Francia está harta de sus políticos; de una dictadura encubierta que le hurta el presente y le deja sin futuro. Legitimar este sistema corrupto es antipatriótico y traidor. La abstención activa es un acto de dignidad personal y colectiva, que cada vez más gente está a punto de ejercitar.