Luis Bru.
Javier García Isac es un magnífico profesional de la radio, con una trayectoria probada, que ha situado a Radio Ya como una referencia de buen periodismo. Su secreto: trabajo, variedad y no dejar nadie indiferente. Vamos, lo que decía la inolvidable Oriana Fallaci: nunca aburrir al lector. O al oyente.
– Don Javier, ha convertido usted a Radio Ya en una referencia del periodismo durante la pandemia. ¿Ha sido duro informar en medio de la psicosis por el coronavirus?
Mire que he hecho cosas difíciles y complicadas, pero informar durante tres meses sobre lo mismo, con medios limitados, con el equipo reducido al mínimo, sin poder tener invitados ni tertulia, con calles vacías y con jornadas donde la información nos hablaba de casi 1.000 muertos diarios, mas todos aquellos que no han sido contabilizados, junto con amigos hospitalizados, otros contagiados y alguno fallecido, es posiblemente de las cosas más duras que he tenido que hacer nunca. Reconozco que hemos tenido jornadas agotadoras, sin prácticamente dormir, con mucha rabia y emoción que era muy difícil de contener, pero nos sentíamos en la obligación de informar y ser fieles a nuestros oyentes. Hemos realizados nuestro trabajo lo mejor que sabemos, con la franqueza que nos caracteriza. Los primeros días fueron los más complicados, con mucho desconcierto y adaptándonos a los acontecimientos. Sentíamos la necesidad de estar al pie del cañón y de contar la verdad tal y como estaba pasando, lejos de las mentiras oficiales y almibaradas de las terminales mediáticas al servicio del gobierno.
– ¿Cree que el Gobierno ha pecado de improvisación y de cambios de criterio?
-Creo que es mucho peor que una improvisación, lo que ha sucedido, es que en la agenda del gobierno nunca estuvo la prioridad de salvar vidas. Vieron la pandemia como una oportunidad para acelerar la implementación de su proyecto ideológico y cambio de sociedad. Buscaron desde el primer momento sacar rédito político a todo esto, no asumiendo responsabilidades ni errores, como si lo que estaba pasando fuera algo inevitable contra lo que no se podía luchar. No es que no lo vieran, es que no quisieron actuar, posiblemente porque subestimaron la gravedad de los acontecimientos. Los cambios de criterio eran consecuencia no solo de su maldad, también de su inutilidad.
– ¿Cómo ve la polémica cruzada contra la gestión de la pandemia contra la Comunidad de Madrid y contra Isabel Díaz Ayuso?
-Lo que ha demostrado la pandemia, es que el modelo autonómico, no solo es insostenible e inmoral por generar españoles de primera, segunda o tercera, dependiendo de donde vivas, nazcas o mueras, también es un modelo que ha costado vidas. Un modelo ineficaz que ahora sirve de excusa para que el gobierno no asuma sus responsabilidades y le eche los muertos a la Comunidad de Madrid gobernada por Ayuso, y no a otras comunidades gobernadas por los socialistas. El gobierno de España es el único responsable de lo sucedido, entre otras cosas, porque decretó un estado de alarma con un mando único donde se asumen todas las competencias. Si Madrid cometió fallos, sería porque el gobierno no asumió sus responsabilidades y no actuó. La izquierda nunca asume errores ni responsabilidades, ataca a Madrid como cortina de humo y con la clara intencionalidad de obtener un beneficio político. No tienen vergüenza. Primero ocultan los muertos, los esconden, cuando ya no pueden con eso, su táctica es culpabilizar a los demás. Son expertos en socializar las perdidas y en individualizar los éxitos.
– El 8 M está en el centro del debate como irresponsabilidad del Gobierno…
-El 8M fue una carga vírica que dejaron explotar, a sabiendas del riesgo que corrían. El gobierno tuvo una actuación criminal. Era importante para PODEMOS, presentar su ley de libertad sexual ese día, y presionaron para que los aquelarres feministas siguieran adelante. Antepusieron su maldito proyecto ideológico al de salvar vidas y evitar el contagio. Marchas de la muerte, que han provocado que España sea el país del mundo con mayor número de muertos por millón de habitantes y su comunidad sanitaria, la más contagiada del planeta. Sabían del riesgo que corrían, sabían de lo peligroso de permitir las manifestaciones, y aun así, asumieron el riesgo y ahora intentar decirnos que nadie podía haberlo previsto. Mienten y lo saben. Ellos manejaban información privilegiada que no compartieron con la ciudadanía. Días antes, prohibieron un congreso evangélico, por miedo a los contagios, y sin embargo, autorizaron otros acontecimientos que coincidían con sus concentraciones, como excusa para permitir la suya propia. Su irresponsabilidad ha costado muchas vidas y sufrimiento y es algo que no podemos dejar pasar por alto.
– ¿Cómo ve las insinuaciones de que se está promoviendo un golpe de Estado desde la Guardia Civil? ¿Están justificadas o son una cortina de humo?
– Sin duda, es otra de las muchas cortinas de humo para desviar la atención. Saben que tenemos 50.000 muertos, saben del descontento generalizado, conocen la rabia contenida contra los culpables y eso motiva que se inventen todo tipo de argucias para desviar la atención. Han optado por el frentismo, por enfrentarnos los unos contra los otros, para escudarse en falsas tramas como medio para eludir todo tipo de culpa. Los malos son siempre los demás. Lejos de reconocer que en algo se han podido equivocar, han tomado como estrategia, la peor de las opciones, la loca huida hacia adelante, inventándose todo tipo de cuentos increíbles, para ganarse adeptos y comprensión, culpabilizando a todos los que no estén con ellos, sembrando discordia, crispación y división. Ni siquiera podemos quejarnos de la gestión realizada, no permiten ningún tipo de discrepancia. Es posible que exista alguna trama que este promoviendo un golpe institucional desde el propio gobierno y a eso le han denominado la nueva normalidad.
– ¿No hay dimisiones después de tanta ineptitud e irresponsabilidad?
– España es un país donde cuesta dimitir. Lejos de asumir responsabilidades, sacan pecho y se sienten orgullosos de su criminal gestión. No hay ni ceses ni dimisiones. Lo cierto es que si tuvieran que dimitir por inútiles, hace mucho que este gobierno se hubiera quedado sin ministros. Todos los miembros del gabinete, son en su conjunto un cumulo de despropósitos. Los escándalos se amontonan y hacen que rápidamente nos olvidemos del último bochorno, y así hasta el infinito y más allá. Estamos en la peor de las situaciones, con el peor de los gobiernos posibles.
– ¿Qué ofrece Radio Ya a los oyentes que no ofrezcan los demás medios para haberse convertido en una referencia?
-Considero que somos un medio cercano y honesto. Somos una emisora que podrá o no gustar, eso me preocupa menos, lo más importante es no dejar a nadie indiferente. Con programas variados y con contenidos, que es muy difícil encontrar en otras emisoras. Somos libres y pretendemos dar voz a los sin voz, a todos aquellos que tienen cosas importantes que decir. No siempre se puede contentar a todo el mundo, y tampoco lo pretendemos. En Radio Ya no tenemos complejos, decimos lo que sentimos y nuestros invitados y directores de programa lo saben. Respetamos la discrepancia y eso nos hace ser una opción radiofónica muy atractiva. Creo que el oyente valora no escuchar siempre lo políticamente correcto, agradece escuchar voces discrepantes y no monocordes. La gente está harta de los contertulios de salón encorsetados que todos dicen lo mismo, pero con distintas palabras. Posiblemente no seamos ni mejores ni peores, pero si diferentes.
– ¿Ve usted síntomas de crisis en el Estado de partidos?
-El Estado de partidos se debe reinventar, si quiere supervivir. Estamos hastiados de votar a quien no conocemos, a listas cerradas que no se deben a quien los elige y si al partido que los coloco. No conocemos más que al cabeza de cartel. Nos hemos acostumbrado a la estafa de ser engañados, con promesas con nula intención de ser cumplidas y a frases grandilocuentes vacías de contenidos. La democracia fue secuestrada por la partitocracia, y si esta desea prevalecer, deberá replantearse su relación con los partidos, con un cambio de ley electoral, con diputados de distrito que acerquen al elector con el elegido.
– ¿Ve usted posibilidades de un cambio como el planteado por “República Constitucional” de Enrique de Diego? Usted tiene en su programación La Hora de Demos que lo propugna.
-Lo que está claro es que algo debemos hacer. El modelo, tal y como está planteado, esta caduco y solo ha conseguido el enfrentamiento entre nosotros. Una política de bloques que nos conduce a la discordia y a enrocarnos en posiciones maximalistas, pero sin resolver los problemas del día a día que se le presentan al ciudadano. Enrique de Diego, presenta una alternativa muy atractiva, que como poco, debe ser tenida en consideración. Debe ser estudiada y ver la posibilidad de su aplicación práctica. Demos Caña, programa que patrocina la asociación Demos, nos plantea un enfoque distinto de organización de la sociedad, muy en la línea de Enrique de Diego. Sus programas son de un alto nivel intelectual, que no dejan de asombrarme. Me tienen enganchado y son una apuesta de radio Ya en su programación.