Enrique de Diego.
El 6 de octubre de 1984 «se obtuvo el último planchón de acero en Sagunto. En ese momento cayó el telón de cierre sobre nuestra siderúrgica». El autor describe sus propios sentimientos: «silencio de horror y vacío». La soberanía española ha sido sometida a dos fuerzas centrífugas de dimensión colosal; hacia fuera, con nuestra entrada claudicante en el Mercado Común, hoy Unión Europea; hacia dentro, en ese tremendo despilfarro de las autonomías. El libro, escrito antes de la crisis devastadora, del coronavirus es premonitario, no ha de cambiar ni una coma, en este abandono permanente a la que ha sido sometida España durante la democracia, que más justamente puede denominarse el Estado de partidos.
Lo bueno si breve, dos veces bueno, reza la máxima de Baltasar Gracián. La editorial Letras Inquietas se ha especializado en libros breves; en tal caso hay que pedir ritmo, denuncia, claridad y no perderse en meandros. «Refundación soberana», de Carlos Martínez-Cava cumple a la perfección con esos requisitos.
El mal está en la Constitución de 1978, que ni tan siquiera eran constituyentes, en la cesión de soberanía a las entidades supranacionales, para lo que basta una ley orgánica, y a las autonomías con el malhadado artículo 150.2. Para Martínez-Cava, con la Constitución de 1978, «nos lastramos con un modelo territorial ineficaz e inmoral» y renunciamos «claramente a ser un país industrial y pasando a un modelo de servicios», cediendo habitualmente a los intereses extranjeros, desmontando nuestro sectores estratégicos y privatizando el sector energético. El balance desolador es que en 1975 éramos la décima potencia del mundo y la industria representaba «el 36% del PIB mientras que en la actualidad no llega al 15%, su deuda sobre el PIB era del 7,3% y hoy supera el 100%», a cambio de darnos «una pseudodemocracia tutelada» sometida al dictado de la ideología mundialista.
Aunque a la izquierda cabe una mayor responsabilidad en el desatino, el autor es objetivo y ajusta cuentas con la derecha: «con Aznar llegó el gran endeudamiento. Con él se intensificaron las transferencias de educación a las comunidades autónomas», especialmente a las separatistas. Toca, ante tanta traición, la recuperación de la nación histórica. Carlos Martínez-Cava ve en ese empeño a Vox, pero le pierde su monarquismo y su constitucionalismo. Sugiero al autor que examine las posibilidades que abre la República Constitucional.
Al autor le duele España, diagnostica sus males con profundidad, y nos ofrece así una ilustrativa lectura.