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Cristina Fallarás, toxicómana descerebrada

Redacción




Luis Bru.

Da pena, el payaso de la tele, Risto Mejide se las ve y a se las deseo para no caer en el esperpento haciendo un programa de humor, de presunto humor, con la que está cayendo, con los muertos, el sufrimiento y el hambre que se nos viene encima. Y, sin embargo, cae en el esperpento, y se ponen en evidencia, como cuando Marta Flich se contonea como una loca bailando o cuando Castelo hace chistes fáciles que ya no hacen gracia, porque la gente quiere ver que alguien asuma responsabilidades por este desastre que se nos viene encima y que alguien nos ha echado, alguien del Gobierno o el Gobierno entero. El payaso de la tele Risto Mejide, que parece una parodia de sí mismo en sus peores momentos, está en un ay, en un quiero y no puedo, con mala conciencia del ridículo que está haciendo, pegando pellizcos de novicia, y ni eso, preguntándole a todo el mundo, incluso a la toxicómana descebrada, Cristina Fallarás, que está para un centro de intoxicación, cuándo será el momento de exigir responsabilidades. Nunca, chavalín, payaso, para ti nunca.

Para Cristina Fallarás tampoco. Dijo ella que era una penas y un mal ejemplo y resumió su patética vida en: «mucha movida, mucho porno y mucha droga». El consumo de estupefacientes, y más metiéndose de todo como ella, heroína, cocaína, basuko, éxtasis, crack, etc., produce daños cerebrales irreparables; se comprende que se la acepte en Todo es mentira, donde es un secreto a voces que algunos son consumidores de cocaína. De esa forma, Cristina Fallarás a veces parece tonta y otras iluminada, se ríe como si estuviera bajo los efectos de la marihuana, pero simplemente está muy mal del perolo. En el programa dio buenas muestras de que está más sonada que las marcas de Machín, porque ésta no ve la botella medio llena sino llena a rebosar, que los del payaso de la tele sacan cuatro bares y cuatro becarias haciendo la ola al Gobierno y la Fallarás, la pobre, levita: «donde hoy había abierto un bar, estaba lleno». Lástima de los bares cerrados. Más tonto el payaso de la tele Risto Mejide que mantiene a la toxicómana para que diga memeces, como «a recuperar la normalidad o lo que sea cuantos». Cuando menos va bajar el PIB el 10% o el 19% decir estas garruladas y ofensas a la inteligencia es una broma macabra o una parida fuera de lugar.

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Cuando se pone histérica, la Fallarás es cuando se meten con la responsabilidad del Gobierno, que ella no ve ninguna, faltaría, y eso que ella «no soy mucho de las autoridades», aunque la iban a nombrar del Consejo de Administración de RTVE los de Podemos, el partido de los drogadictos, y que en la comparativa el Gobierno da los peores datos, ella usted dispuesta a negarlo con desfachatez de beoda, y nada de Grecia y Portugal, que los de izquierdas son lelos, y con tal de no ser comparados con los «mamarrachos» de Vox, tragan, por ahora, con lo que les echen.

Y más, cuando el recuerdan el penoso y patético aquelarre, infectómetro, del 8 M, que es un descrédito infame para el feminismo que dice ejercer la Fallarás. Ahí saltó, con sus dos neuronas, y evacuó la nueva consigna: «se llenaron las iglesias». Está hace mucho tiempo que no va Misa, sino se enteraría que se guarda a la fuerza la distancia social. Fue el Gobierno el que alertó a la sociedad, y eso va a Misa, como que las feministas lésbicas se besuquearon todo lo que pudieron y montaron ellos la pandemia. Si se contagió toda la pancarta, ¡qué no pasaría en el gallinero!

La Fallarás, en el colmo del lacayismo, considera «muy peligroso no confiar en el Gobierno» después de todos los desastres y los cambios de opinión, como el de las mascarillas, que hay ha hecho un papelón el inútil Fernando Simón, o la última, de traca, de Pedro Sánchez que iba a mandar a la cuarentena a quien osará venir de turista, y ahora le han entrado las prisas y va dar al pueblo el fútbol a ver si con el poco pan que va haber y circenses, que ya a los payasos de la tele no les ríen las gracias, a ver si se aplacan las masas.

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El payaso de la tele Risto Mejide no abandona los viejos tics y siempre está por la ridiculización de la derecha, que es el primer nivel y ha sido ya superado, como el de María Luisa Fernández, de Resistencia Democrática, que dice verdades como puños pero no responde a los estándares mentales de la izquierda payasa. ¿Para cuándo, Risto, exigir responsabilidades por este desastre? Al final, puramente transversal, el pueblo, lleno de indignación, te las va a exigir a ti, como a esos periodistas que fueron agredidos, lamentables escenas, claramente condenables, por gentes hartas de tanta manipulación y tanta propaganda. A Cristina Fallarás y a Pablo Iglesias, ni tocarlos, ni interrumpirlos. Pocas bromas.