AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Comunismo: El fascismo fue una escisión socialista

Redacción




Benito Mussolini y Adolf Hitler, dos socialistas. /Foto: en.wikipedia.org.
Benito Mussolini y Adolf Hitler, dos socialistas. /Foto: en.wikipedia.org.

Enrique de Diego

En 1912, en el Congreso de Reggio Emilia del Partido Socialista Italiano, un joven dirigente del ala radical Benito Mussolini (su padre le había puesto Benito en homenaje al mejicano Benito Juárez), galvanizó a los asistentes cuando defendió que el socialismo debía ser “marxista, internacionalista e inflexible”.

Desde Pravda, en su exilio suizo, Lenin alabó el sesgo radical que Mussolini había imprimido al PSI: “el partido socialista italiano ha comenzado a recorrer el verdadero camino”. De ese Congreso, Mussolini salió como el número tres del partido y pasó a ser el director de su periódico oficial Avanti!.

La verdad histórica manifiesta de que el fascismo fue una escisión del comunismo, del socialismo es una de las más ocultadas y, por supuesto, más tenazmente negadas. Nada en los escritos de Marx inducía a prever un proceso así y al principio los comunistas no supieron dar una respuesta, hasta que establecieron que se trataba de una reacción de la burguesía capitalista, un estertor del capitalismo. Pero esto no era más que propaganda. En realidad, el fascismo fue la herejía que negaba el dogma del internacionalismo proletario, que había fracasado en la primera guerra mundial y la adopción del nacionalismo, que se había mostrado como un impulso general de los espíritus, también de los de los trabajadores. Era antidemocrático, antiburgués y estatista: “todo con el Estado y dentro del Estado, nada contra el Estado”, según la máxima de Mussolini (1883-1945).

Mussolini fue afiliado al PSI desde 1900 a 1915, cuando fue expulsado por su rechazo a las tesis no belicistas del partido. Había sido el dirigente en su tierra natal de Forli y el más claro partidario del sindicalismo y la “acción directa”, el eufemismo para expresar la violencia, y uno de los periodistas de referencia de La Lotta de Classe. Tras su expulsión, fundó el 23 de marzo de 1919, los Fascio di Combattimento, con el emblema romano de los fascios, que había sido utilizado en la revolución francesa. Siempre se consideró un socialista y los miembros del partido se reclutaron entre excombatientes, trabajadores y jóvenes universitarios.

NO TE LO PIERDAS:   Comunismo: La mayor secta de asesinos

Aunque en una segunda hornada, dentro del fascismo recalaron algunas vetas conservadoras, e incluso de impronta religiosa, como el rexismo del belga Léon Degrelle o la Guardia de Hierro rumana, o el caso peculiar de Falange Española, que nunca se consideró fascista por su creencia en el hombre como “portador de valores eternos”, frente al paganismo que exhibía el fascismo, el componente socialista fue siempre dominante, con el cocktail de nacionalismo y socialismo. El partido nazi de Adolf Hitler era el Partido Nacional Socialista Alemán y añadía a esos ingredientes presentes en el fascismo italiano, un alta componente de racismo, pero compartía con la corriente general marxista el odio como principio rector y la mentalidad colectivista y esencialista de clases, trastocada en razas, de modo que el odio general a la burguesía se concentraba en cierta parte de ella, de raza judía. Basta cambiar proletario por ario y burgués por judío para que la copia resulte inteligible. Hitler, Goebbels y los dirigentes nazis siempre se consideraron, hasta el final, socialistas y de izquierdas.

Buena parte de los dirigentes fascistas de los años 30 surgieron del socialismo en esa derivación nacionalista. Es el caso del noruego Vidkun Quisling (1887-1945), primer ministro del gobierno colaboracionista. En su juventud, militó en la extrema izquierda. Cuando llegó a su madurez, según su biógrafo Dahl, su ideología era “una fusión de socialismo y nacionalismo, con simpatías por el régimen soviético en Rusia”. Su partido proponía la creación de una cámara sólo elegida por obreros. Desde esa concepción, fue derivando hacia su simpatía hacia la Alemania nacional-socialista.

No es un caso único, sino la regla. También el primer ministro de Vichy, designado en julio de 1940, Pierre Laval (1883-1945), y al que Hitler consideraba el colaboracionista más fiel y eficaz, fue un socialista del tipo Mussolini. Ingresó joven en el Partido Socialista Francés, en 1902, influido por las doctrinas de sindicalismo radical de George Sorel, y fue diputado socialista desde 1916, y ministro en varias ocasiones dentro de gabinetes socialistas.

NO TE LO PIERDAS:   Vandalismo grafitero en el pueblo de Pablo Iglesias

Incluso el fascismo inglés no surgió de las filas tory sino de las laboristas. Oswald Mosley (1896-1980), el dirigente de la Unión de Fascistas Británicos, fundada en 1932, era un diputado laborista.

Otro hecho habitualmente silenciado es el pacto entre la Alemania nazi y la Rusia de Stalin, conocido como el pacto Ribbentrop-Molotov (los apellidos de los ministros de Exteriores), que se selló en el Kremlin el 23 de agosto de 1939, y que, como una congregación de gánsteres rivales que llegaban a un acuerdo para repartirse el botín, dio lugar a un alegre jolgorio. Ribbentrop indicó que “me sentí como si hubiera estado entre mis viejos camaradas nazis”. Stalin brindó a la salud de Hitler, al que “tanto ama el pueblo alemán”. Hitler valoró que Stalin había abandonado el internacionalismo para ir hacia un “nacionalismo eslavo”. Ese pacto acordaba la repartición de Polonia y la división de Europa en zonas de influencia e hizo variar la postura de todos los partidos comunistas del mundo que abandonaron toda crítica al hitlerismo. Cuando Alemania invadió Francia, desde Radio Moscú, el secretario general del Partido Comunista Francés, Maurice Thorez llamaba a deponer las armas y a no resistir el avance del Ejército alemán.