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El descrédito de los telepredicadores, devenidos en payasos de la tele

Redacción




Luis Bru.

Las televisiones españolas, las del duopolio, no han dado información sobre la firme sospecha de Estados Unidos de que un fallo de seguridad -enviados norteamericanos ya vinieron escandalizados de una vista al lugar, como ha reseñado un columnista del «Washington Post»- el Instituto Virológico de Wuhan. Aquí se prefiere seguir con la teoría de la sopa de murciélagos en el Mercado de Mariscos, cuando no se venden murciélagos en ese Mercado. Se supone que al ser China una nación comunista la izquierda y sus apesebrados deben abonarse a la insostenible tesis de la mutación natural, ampliamente publicitada.

Aquí manda la desinformación, el seguidismo del Gobierno y las críticas a la oposición, cuando toca el Gobierno, y no salirse del discurso políticamente correcto, aunque nos lleve al desastre. El descrédito de las televisiones y de los telepredicadores, devenidos en payasos de la tele, es supino. Con la única excepción de Iker Jiménez, en cuyo Cuarto Milenio, Pablo Fuente ya dijo, el 20 de febrero, que faltaban mascarillas, respiradores, test y material sanitario. Bueno, nosotros dijimos el 2 de febrero la obligatoriedad de cerrar las fronteras.

Todas las televisiones y sus voceros respaldaron al Gobierno cuando puso el grito en el cielo con la suspensión del Mobile. Luego se dedicaron a desacreditar a los que anunciábamos la que se nos venía encima por alarmistas, se hicieron bromas como la de la gripe, cachondeos con utilizar mascarillas. Y desde entonces ha ido empeorando, haciendo el ridículo, poniéndose en evidencia, desde el humor barato del Gran Wyoming con su gatito, y Risto Mejide haciendo el inquisidor persiguiendo a empresarios, hasta la ñoñería de Susanna Griso, pasando por el comisario político Antonio García Ferreras, que parece que retransmite un partido de fútbol, para no decir nada, o Mamen Mendizábal, que parece que tiene el baile de San Vito, y da una información superficial, igual que Joaquín Prat, de Cuatro al día.

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Prohibido dar un ataúd, continúa persecución de los ciudadanos que rompen el confinamiento, con multas ilegales, todos a hacer la ola al Gobierno, que se van a hacer test masivos, luego que resulta que no hay test, todavía nadie ha tenido interés en investigar al comisionista que trajo los defectuosos, los telepredicadores como tontos de baba siguen a pies juntillas lo que les marcan y verifican como el Newtral de Ana Pastor todas las mentiras del Gobierno. A Ana Rosa Quitana se la ve con ganas de romper, pero no lo hará, no se atreve, como Risto Mejide que tiene unas ganas de exigir responsabilidades, pero se las guarda, mientras sus mariachis no encuentran su sitio, desubicados, entre el humor que ya no tiene gracia, que está de más, y la parodia de sí mismos.

Los payasos de la tele naufragan constantemente, mienten a sabiendas, y en todo se ponen en evidencia. Por hacer el más soberano ridículo una de las primeras medidas que aprobó el desgobierno fue primarles con quince millones de pesetas.