Luis Bru.
Las cosas no van nada bien en El Español. Pedro J ya está cansado de poner dinero, debe ir pensando en hacer una ampliación de capital. No es de la noche a la mañana, pero sí es una tendencia que marca el final en dos años y una vida cada vez más angustiosa. Y a ver quién es el guapo que acude a una ampliación de capital de El Español después de dar participaciones invendibles. Como no sea Félix Revuelta, de Natur House, el que acuda con sin afán de lucro, porque Pedro J se ha metido en un tren de vida insoportable.
Dice la auditoria de El Español que “desde su constitución la Sociedad ha generado pérdidas recurrentes, así como una disminución del patrimonio neto, que la 31 de diciembre de 2018 y 2017, presenta un informe inferior a las dos terceras partes de su capital social. Con la finalidad de restablecer su situación patrimonial, la sociedad ha recibido de uno de los accionistas un préstamo participativo de 1.000.000 euros en 2918. De acuerdo con el Real Decreto Ley 7/1996, de 7 de junio, los préstamos participativos se consideran patrimonio neto a efectos del cálculo de reducción de capital y liquidación de sociedades previsto en la legislación mercantil, habiendo adoptado, por tanto, las medidas necesarias que han permitido restablecer su situación patrimonial al 31 de diciembre de 2018”.
Según ha podido saber Rambla Libre, el accionista que ha prestado un millón de euros no es otro que Pedro J Ramírez, que ha dicho o se ha quejado que El Español precisa de nuevas inversiones anuales de un millón o dos millones. No puede calificarse de otra cosa que de fantasmada el compromiso de que obtendría beneficios al tercer año y de que el proyecto de digital ya se estudiaba en las escuelas de negocios como un éxito. ¡Vaya éxito! Se han conocido éxitos mejores y menos gravosos. Esta ha salido por un riñón y va a por el otro.
La cantidad del préstamo es idéntica a lo invertido en la compra del portal Invertia a Telefónica. Una compra desproporcionada, sobredimensionada y ruinosa, pero Pedro J va forzado, vive bajo la quimera de que es un triunfador y se va a pegar un batacazo morrocotudo, a lo que le va ayudar bastante su poco santa esposa, Cruz Sánchez de Lara.