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César Vidal era la clave de Es.Radio

Redacción




Enrique de Diego.

Mi anterior carta a esa nulidad, a ese fiasco que es Federico Jiménez Losantos, actualmente en bochornosa decadencia, ha merecido del lector que responde al nick Mike Sala el siguiente comentario: “Lo que me da verdadera pena es que Libertad Digital, Libertad Digital TV, EsRadio y La Ilustración Liberal pudieron ser muy buenos proyectos… que acabaron en nada. Entre otros muchos fallos, cometieron el de prescindir de uno de sus principales motores ideológicos, periodísticos y literarios como fue César Vidal. Cuando un grupo, empresa, tribu, hace algo así, es que está más preocupado en mirarse el ombligo que en asegurar un futuro de calidad para su proyecto, su audiencia y su ideología (aunque la mayoría de ellos son menos liberales de lo que cuentan. La pasta manda)”.

Federico Jiménez Losantos con César Vidal.

Mike Sala lleva toda la razón. Lo enervante de ese proyecto devenido en chiringuito de Libertad Digital SA, esa empresa que tiene más líos contables que el nudo gordiano de Alejandro, es que era necesario y viable. Y también que, en efecto, la clave, la pieza clave era César Vidal, porque creía en ese proyecto, en el de un medio independiente y serio, capaz de defender la unidad nacional y la libertad.

He sido el primer sorprendido al iniciar la investigación que ha culminado en el libro “La gran traición: Federico Jiménez Losantos apuñala a César Vidal en Es.Radio” (Amazon) de que César Vidal fue objeto de una vil cacería, de un continuo acoso y derribo, por los hombres de Losantos, Javier Somalo, que hace honor a su apellido, y Dieter Brandau, evidentemente tolerado sino auspiciada por Losantos. Siempre pensé, como creo que la inmensa mayoría, que Losantos y César Vidal era un tándem perfecto, en el que César aportaba su cultura renacentista y el sosiego de su análisis. Y que la salida de César podía deberse quizás a desavenencias sobre la gestión, pero tendía a pensar que Vidal había querido tomarse una larga temporada sabática, lejos del lodazal en el que ha devenido España. No era así. Losantos no ha salido mentalmente de la COPE, que fue su paraíso, y ha sido un pésimo empresario, casi el peor de los posibles, enfangando a la empresa incluso en la más nauseabunda corrupción, descapitalizando a la empresa, tomando decisiones delirantes de auténtico patán como poner a Dieter Brandau al frente de la TV sin tener ni idea, o situar a Javier Somalo, que no está capacitado, al frente de la empresa. Es todo tan delirante. Se arrepentirá Losantos todo lo que le queda de vida de haber permitido a este par perpetrar un auténtico suicidio empresarial, que la marcha de César Vidal culminaba. ¿Es preciso recordar que César Vidal apostó por Es.Radio rechazando la oferta de seguir dos años más en la COPE o que gestionó la venta de las cinco licencias de TDT a Trinity Broadcasting Newport por más de 3 millones de euros, evitando el inminente colapso de la empresa y actuando como un buen y eficaz gestor?

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César Vidal hubiera sido un buen empresario, porque creía en el proyecto y sus sugerencias y propuestas iban encaminadas en la buena dirección, como erradicar el amiguismo de la cuenta de resultados, que los amigos de Losantos cobraran por lo que ingresaran; pagar bien a la gente sin ampliar estúpidamente el personal; acicatear al departamento de publicidad. El tiempo lo dirá, pero el acoso a César Vidal puede tener una oscura motivación económica: a) no se le explica ese misterio de que en las salidas patrocinadas se pierda dinero, lo cual es totalmente absurdo; b) no se le permite entrar en las cuentas. Eso sugiere que hay una cúpula depredando a la empresa, enfangada en el riesgo moral del dinero público y de las ampliaciones de capitales expoliando a los hooligans, en una especie de estafa moral. Todo eso con total descrédito para las ideas que se dicen defender, que en tanto liberales, exigen una buena administración, respeto a las normas de recto comportamiento y no gastar más de lo que se ingresa.

Pudo ser rentable, lo debió ser por imperativo categórico de buena gestión, porque las ideas en juego eran importantes y los tiempos eran decisivos, pero Libertad Digital SA. no ha sido nunca una empresa, sino un pedestal de vanidad financiado de manera corrupta y mediante el engaño, y la presunta administración desleal, a los accionistas. Y la vanidad de Losantos es inmensa e insaciable. Eso le ha hecho muy débil ante la adulación que es el mal en el que caen siempre los megalómanos y los mediocres.

Carta a Federico Jiménez Losantos: Eres el abuelo porreta y Libertad Digital SA no vale dos pesetas