Enrique de Diego.
Santiago Abascal termina sus mítines con los gritos de rigor «¡Viva el rey! ¡Viva España!», que son coreados con febril entusiasmo por la masa. El grito de «¡Viva el Rey!» se ha hecho constante en sus reuniones gritado con irracional pasión. Vox pugna por ser el partido más monárquico de España. Es el error de Vox. Decisivo.
Pesa en él el bizarro discurso del monarca el 3-0, cuando se enfrentó «con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada -ilegalmente- la independencia de Cataluña. Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña».
No es una cuestión subjetiva. Por supuesto, Felipe de Borbón es un buen patriota (no así su padre), como Santiago Abascal, es buen patriota, pero irracional. Es una cuestión objetiva que España y rey no pueden convivir, son términos antitéticos, opuestos, un rey nunca podrá mantener la unidad de España. Nunca. Sólo hay que abrir la ventana y asomarse un poco para verlo, es una verdad evidente. Como lo es que hemos llegado hasta aquí como consecuencia lógica del proceso histórico que se denomina transición. Cuarenta año después, Teruel Existe y León quiere fundar su propia autonomía con Salamanca y Zamora. Cataluña, los indepentistas catalanes van a tener su referéndum; los independentistas vascos van echar a la Guardia Civil de Tráfico, y todavía recuerdo los dos funcionarios navarros que se acercaron a mí y me dijeron en voz baja: «que no nos abandone la Guardia Civil».
Para Santiago Abascal lo que está sucediendo es «un golpe de Estado». No lo es porque el monarca constitucional lo legitima. Piensen los lectores -no considero a Abascal dotado de raciocinio- que Pedro Sánchez ha recibido el encargo de ser presidente del Gobierno y en eso está y a eso va. También tengo a Pedro Sánchez por un patriota que hizo campaña contra los separatistas esperando mejorar resultados, incluso tener mayoría absoluta. Pero como el oportunista que es tiene dos opciones: o pactar con Esquerra o con el PP, y resulta que éste no quiere, porque ¿con qué programa gobernarían?
Así que se están firmando letras en el cambalache de la investidura, que el portavoz del PNV dice que caben en la Constitución, pero que no caben, porque ponen en cuestión la nación preexistente. Esto es adelantar acontecimientos. Pero es la lógica de la dinámica puesta en marcha. Y el monarca lo legitima todo, a cambio de su puesto, Avisé en mi libro «La monarquía inútil» de la destrucción de España por la monarquía. Al monarca no le ha votado nadie. Con Santiago Abascal -haría bien en buscarlo y leerlo- no he hablado de la materia, pero sí con su mentor, Julio Ariza, quien controla el partido, quien le ha puesto todo el aparato de comunicación, y no le gustó ni mucho, ni poco, ni nada. La verdad es siempre lo que ofende más. Y Julio Ariza llegó nada más salir el libro como si hubiera lanzado una blasfemia, desencajado, temeroso, prohibitivo, punitivo. Inquistorial.
Es la pura verdad que al decir del Hijo de Dios nos hará libres: la monarquía acaba con la nación, con la unidad de España. Y me resulta risible que Julio Ariza, de nuevo desencajado, en plena histeria, se pregunte: «Dios mío, ¿qué te hemos hecho?». Eso sí es una blasfemia y una tontería. Dios nos ha dado la razón para ver la realidad. Han fallado todas las instituciones, dice Julio Ariza y lleva razón. Todas ¿menos la monarquía? ¡Venga ya! Si fallan todas las instituciones, es porque la monarquía que las sostiene todas, falla. Y si se dice que está en riesgo la monarquía, bienvenido sea, porque con la monarquía no hay solución. ¿Qué debe hacer la monarquía? El título de jefe de las Fuerzas Armadas es una broma, nominal, no es el comandante en jefe como en los Estados Unidos.
No se entiende la lógica de que ser derechas implique ser monárquico, cuando además con la razón cualquier inteligencia puede ver que es el conflicto, que la ruptura de España. Ser patriota, aquí y ahora, sólo admite una República presidencialista votada en circunscripción nacional. Mientras los Federico Jiménez Losantos, los Julio Ariza y demás patulea lacaya y cortesana siga tan monárquica, tan adherida a Zarzuela, irá al desastre y llevarán a la nación tras ellos. Asumen una gran responsabilidad con ello, porque es sencillo de entender y si no se entiende es porque no interesa, de interés económico y mercantilista, de falsos patriotas.
Es la paradoja de Vox que Santiago Abascal es incapaz de comprender. Por esa senda, Vox está llamado a dar la puntilla a España, a trocearla y de hecho apenas tiene representación en las zonas sensibles de Cataluña y País Vasco.
Vox tendría que ser republicano presidencialista. Ya que me han copiado todas mis ideas, ya que Julio Ariza era un fervoroso y torticero oyente, con la única finalidad de robármelas, se han olvidado de la principal, de la que da sentido a todas ellas, como acabar con la España de las autonomías pero no colocando a medio partido en ellas. Sigue gritando ¡viva el rey! y vas cuesta arriba y con el freno echado, Abascal.
Disparo con mis armas, Julio. No me voy a callar porque llevo razón,