Miguel Sempere.
Ignacio Aguado se ha devanado los sesos -esos de los que Losantos considera que no son muy abundantes- y ha redefinido la ideología de Ciudadanos como «extremo centro», que vaya usted a saber qué ha querido decir. Aguado, en realidad, es un progre vergonzoso y vergonzante, que toca de oído y que no sabe dónde tiene la mano derecha y dónde la mano izquierda.
Es partidario de remover la tumba de José Antonio Primo de Rivera, de praticar la eutanasia, de la maternidad subrogada, y de forrar a subvenciones al colectivo LGTBI, ese que les atiza de lo lindo cuando se acercan al día del orgullo gay, donde no quieren ni verle, y a los chiringuitos de feministas radicales, de las que yo sí te creo, hermana y de los del violador eres tú. ¿Alguien da más?
Este personaje sin atributos, sin capacidad de liderazgo, llegó a proponerse como sustituto de Albert Rivera. Este personaje fue directamente a por Cristina Cifuentes, a la que acosó hasta forzarla a dimitir. Entonces dijo que «la dimisión llega tarde, pero pone fin a una etapa oscura». ¿Y la suya que claridad ha traído? Este hombre que podría anunciar crecepelos o implantes, es una nulidad que no pinta nada, porque los que mandan son Miguel Gutiérrez y César Zafra, y que ahora es observado como el principal obstáculo para la operación de España Suma, Angel Garrido en la trastienda, que no tiene billete de ida y vuelta.
Pero, ¿quién votaría hoy a Ignacio Aguado? No se da cuenta Aguado de que no interesa a nadie con su «extremo centro», que ni es centro, ni es extremo, y si es centro, no es extremo. Como inventor de conceptos, sólo produce patochadas. Pues resulta, aunque tampoco se ha dado cuenta, que gobierna por Vox, a quien desprecia por extrema derecha, pero que ha sacado más votos con él, con mucho. Ignacio Aguado no se lleva bien con nadie. Es tan «extremo centro», quiere marcar un territorio pero no es capaz, y sólo sabe llevarse mal con el PP y con Vox, con Isabel Díaz Ayuso, que demuestra más paciencia que el santo Job, y con Rocío Monasterio, que con los Presupuestos nos va dar día de gloria,
Ignacio Aguado, el ‘progre’ vergonzoso y vergonzante, no se entera ni por quién doblan las campanas. Pues por ti, Ignacio, pues por ti.