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Lucía Etxebarría, la comedora de garbanzos

Redacción




Luis Bru.

Es una lástima, una auténtica pena lo de Lucía Etxebarría, que precisaría una clases de dicción, ir a un logopeda y pasar de vez en cuando por la peluquería; no le acompaña la voz ni la imagen; ir de progre no está reñido con el agua y jabón. no son de recibo esas greñas. Son demasiado manidas sus opiniones, ya suenan a viejas, no tienen ninguan novedad.

Es un descrédito para Espejo Público, que no sé cómo la aguantan. Sacan a colación a Jaime Martínez Bordiú y Marta Fernández, bueno más ella pero por ser vos quien soy, los Franco, que están de moda, por una denuncia de una presunta desquiciada en Marbella. Se oye de fondo a Lucía colocar «delito de odio», como si fuera la inquisidora mayor del reino. Empieza una contertulia a decir que Marta Fernández, a quien no tengo el gusto, siempre ha sido muy discreta. Acabáramos, Marta Fernández cantó el Cara al sol en la inhumación de Franco. La contertulia se trastabilla, «ahí no ha estado discreta», balbucea, pidiendo perdón, mientras Lucía, que parece que come garbanzos, exclama «delito», «cometer un delito a la vista de todos no parece ser muy discreta». Esta garrula ha oído campanas y no sabe por dónde.

La ministra de Justicia ha tenido la ocurrencia de decir que va a llevar al Código Penal la «exaltación del franquismo» y Lucía Etxebarría se cree que la palabra de Dolores Delgado es ley. El Cara al Sol es el himno de Falange, que es un partido legal. El día de mañana Dios proveerá pero a día de hoy es legal según quedó claro en la denuncia por el funeral de José Utrera Molina.

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Luego sale la fortuna de los Franco, que últimamente excita mucho, y habla quien sabe y dice que la fortuna de los Franco se ha hecho en democracia, y que no se puede tocar porque eso está en sociedades anónimas, pero a Lucía Etxebarría, martillo de herejes, luz de Trento, eso se sale de sus esquemas, simples pero muy consolidados, hay que ir a por ellos, y más cuando se dice que lo de Valverde se recalificó en tiempos de Gallardón. «Vaya que no es sospechoso, con Gallardón». Con su voz cazallosa, como si estuviera comiendo garbanzos, la garrula, con ínfulas de inquisidora.