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Elisa Beni: O eres Rambo o eres tonta de remate

Redacción




Enrique de Diego.

Como periodista, Elisa Beni, eres una incompetente proteica con irrefrenables tendencias histéricas. Eso puede dar bien en la televisión actual, que consiste en manipular y entretener al personal, mediante el entretenimiento. Al parecer, chillas mucho y bien. Tienes, además, el argumento fisiológico de enseñar muslo hasta la cadera, lo cual debe ser una forma de eso del empoderamiento en tu recreación feminista, porque te recuerdo protagonista de la escena más machista de la que he sido testigo: paseándote por la redacción de Época con el calvorota Javier Gómez Bermúdez de guardaespaldas judicial. Me remito a un artículo anterior.

Ahora te has aprendido unas palabrejas que valen lo mismo para un roto que para un descosido, como heteropatriarcado -lo cual, en último término, es una redundancia, porque cualquier otro patriarcado hubiera sido la extinción de la especie- o autoopresora, con los que puedes andar enseñando cacha por los platós e incluso puedes, por esa senda, terminar siendo presidenta del Banco de Santander.

Por haber sido esposa de un juez de la Audiencia Nacional y porque te colocara como directora de Comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Madrid no tienes bula para hablar con conocimiento de causa judicial.

En 1750, Jean Jacques Rousseau, mientras caminaba por la carretera a Vicennes descubrió un anuncio en el periódico de la Academia de las Letras de Dijon el que se ofrecía un premio para el ensayo ganador sobre el tema: «De qué modo el reconocimiento de las ciencias y las artes ha contribuido a la mejora de la moral». A Rousseau se le ocurrió presentarse de modo paradójico: ciencias y artes había corrompido al hombre respecto al estado de naturaleza. Tú, Elisa Beni, ciertamente no eres Rousseau ni por asomo, pero puede que seas Rambo paradójico o parajódico.

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Un argelino de 29 años ha entrado, tras llamar al interfono, en la Comisaría de los mossos de Cornellà blandiendo un cuchillo de grandes dimensiones y gritando Allahu akbar, siendo abatido por una agente. Su esposa, Lucy, que dice que se iban a separar, afirma que era gay, así que con esto y con lo de la agente tu plantilla, Elisa, no cuadra y vas a tener que gritar más, que es en lo que se te da de hongos.

Pero como, al parecer, se trata de armar polémica, has puesto en twitter la siguiente mamarrachada, que no sé si la has pensado mucho o la has evacuado, simplemente: «Si abatir es el nuevo eufemismo de matar, necesito contexto para saber si fue proporcionado o si unos policías armados pueden reducir a un hombre con un arma blanca y entregarlo a la Justicia». Toma del frasco, Carrasco, qué risa, tía Elisa. La Beni necesita el contexto…¿Hay vídeo? Como has visto muchas películas, te puede ilustrar un fragmento de la serie «Blue Boods» para abrir boca.

Elisa, la verdad es que confirmas el sabio refrán de que la ignorancia es atrevida. Tú eres muy atrevida porque tu ignorancia es monumental. Abatir no es un eufemismo, sino un sinónimo: hacer caer sin vida a una persona o a un animal.

Pasemos de la ficción a la realidad, pedazo de soplagaitas. Estamos en Londres y es el 23 de mayo de 2.013. Lee James Rigby, soldado de su Graciosa Majestad, con experiencia bélica, se dirige a su cuartel, cuando dos islamistas le asaltan con cuchillos y machete y le decapitan o degüellan como una especie de sacrificio halal, tirando su cuerpo descabezado en medio de la carretera. Te reproduzco vídeo para que nos analices, lumbrera de Occidente, la proporcionalidad.

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Nos trasladamos a Bruselas. Estamos en el 29 de mayo de 2.018. Un islamista con un cuchillo al grito de «Allahu akbar» ataca a dos agentes femeninas de policía -a lo mejor puedes colar aquí la estupidez del heteropatriarcado-, a las que hiere, caen al suelo desangrándose, las arrebata sus armas y las remata. Una tenía 45 años y era madre de dos gemelos de 13 años. La otra, 53 años, y era madre de un joven de 25 años. El islamista mató también a un civil, un joven de 22 años estudiante de Magisterio, e hirió a otras cuatro personas, hasta que fue abatido. Caso práctico para Elisa Beni: ¿quedó satisfecho tu exquisito y escrupuloso sentido de la proporcionalidad?

Los cuerpos de las dos policías belgas asesinadas por un islamista que las atacó con un cuchillo.

Ha habido muchos otros sucesos con consecuencia de muerte, pero no quiero cargar demasiado tus pequeñas células grises.

La próxima vez, se para el VAR o se pone en marcha la moviola. te llaman, te vas a la Comisaría de Cornellà, le quitas el cuchillo de grandes dimensiones al argelino, teniendo buen cuidado de no cortarte ni de hacerle daño, y vas y se lo entregas al calvorota de Javier Gómez Bermúdez. Fácil.

Mira, Elisa, o eres Rambo o tonta de remate. Estoy por apostar que mucho más de lo último, pero en estos tiempos decir la más gorda y superar el récord de la estupidez cuela y aún puntúa a favor.