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Javier García Isac: El PP, campeón en prometer una cosa y hacer la contraria

Redacción




Javier García Isac. Director de Radio Ya.

En una ocasión, tuve el placer de entrevistar a un eminente personaje que un cursi definiría como un pro hombre de la transición española. José María Orti Bordas es autor de un buen libro titulado “las revoluciones imaginarias” y la conclusión que uno extrae de su lectura, es que el pueblo español es sumamente dócil a la hora de ser gobernado. Lo cierto es que a la condición de dócil, yo añadiría la condición de sumiso, a pesar de que en ocasiones se pueda mostrar sumamente protestón. Una cosa no quita la otra.

Dentro de esta condición de sumiso y dócil aplicable a la mayoría del pueblo español, la calificación adquiere un significado mucho más relevante cuando de quien hablamos es del votante y en concreto del votante al Partido Popular, el cual parece tener un especial “gen” masoquista que le hace soportar todo tipo de insultos, desprecios y descalificaciones, a pesar de lo cual, siempre tiene o por lo menos hasta el momento tenia, al partido popular entre sus preferencias electorales. Digo hasta el momento y digo bien, pues el Partido Popular ha pasado en más menos un breve espacio de tiempo de los 186 escaños del 2011, a los 137 del 2016 y terminando con los 66 escaños del 2019 y a un así, a su clase dirigente se les ve felices y dando lecciones a otras formaciones de lo que estas deben hacer para no perder votos. Si tanto saben de qué es lo que un partido político debe hacer para no perder votos, lo incomprensible es que no se lo apliquen a ellos mismos, en lugar de aconsejar a sus rivales políticos lo que estos deben hacer.

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Independiente de que el Partido Popular haya perdido más de la mitad de sus apoyos electorales en apenas tres años, hay que reconocer que siguen teniendo una parroquia muy fiel, que les seguirá votando, por muchos insultos, decepciones y desprecios que reciban, pues siguen considerando que es el mal menor. En parte del electorado, eso del voto útil, o más bien del voto del miedo a que viene la izquierda, sigue siendo un arma muy eficaz fenomenalmente explotada por los populares. Poco importa los escandalosos casos de corrupción en los que se han visto inmersos gran parte de sus dirigentes, o el mantenimiento e implementación de la mayoría de las políticas socialistas, incluso la afirmación de que seguirán adelante con la ley de memoria histórica o leyes de ideología de género o de colectivos LGTBI. Nada parece afectar a una parte recalcitrante del electorado popular, ni siquiera el que fueran los populares los que más etarras, asesinos y criminales pusieran en libertad, ni tampoco de que bajo la Presidencia de Rajoy, se produjo la mayor subida de impuestos hasta la fecha, nunca antes conocida, o que fue el Partido Popular de Madrid, con Cristina Cifuentes a la cabeza la impulsora de una ley de adoctrinamiento y discriminación de género en la comunidad que ella presidia. Siempre se encuentra una buena excusa para volver al redil. Y son precisamente estos “hooligans “ populares, los que avisan a las demás electores a los que consideran cercanos ideológicamente, de que como no se dejen engañar, insultar y menospreciar por su partido, estarán acabados. Lo dicen felices y sin inmutarse.

Con todo esto, no es extraño que el otrora campeón mundial de lanzamiento de huesos de aceituna y en la actualidad secretario general del Partido Popular, Teodoro Garcia Egea se ría de sus votantes y estos lo acepten gustosos y además, se extraña de que otras formaciones no hagan lo mismo con los suyos. Prometer una cosa y hacer lo contrario. Son muchos los que dan consejos, los que dicen lo que está bien o mal, muchos los agoreros y sobre todo, muchos los imbéciles que sin haber votado a Vox y sin tener la mas mínima intención de hacerlo, le dicen a la organización de Santiago Abascal lo que debe hacer si no desea desaparecer. Lo dicen los mismos que se han dejado engañar una y otra vez, y cuya única excusa para no cambiar de opción de voto, es el peligro de que viene la izquierda, sin darse cuenta que la izquierda ya estaba aquí desde hace mucho tiempo, sobre todo desde que la organización a la que votan, hace las mismas políticas de aquellos a los que tienen miedo.