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Ciudadanos, hacia el amargo final

Redacción




Editorial.

Ciudadanos se encamina hacia el amargo final. Ciudadanos tiene fecha de caducidad en las elecciones catalanas que se celebrarán previsiblemente el 14 de febrero. Conviene, es de justicia extender el obituario. Ciudadanos no será la primera formación de eso que llama constitucionalismo por sus numerosos errores.

Nació en Cataluña para cubrir el espacio dejado por el PP tras la salida de Alejo Vidal-Quadras, jaleado por Losantos salió de sus límites naturales y dio el salto a la política nacional. Tuvo su oportunidad con 57 diputados de formar coalición con el PSOE. Hoy, con sólo diez diputados, con Albert Rivera fuera, con Inés Arrimadas, errática, satelizada respecto al PSOE, con un débil liderazgo tras haber traicionado a su electorado catalán, con un pésimo candidato que lo conocen en su casa a la hora de comer, el problema de Ciudadanos es que ya no representa ni a nada ni a nadie, es un colectivo de políticos que han hecho de la política su profesión y que bracean contracorriente tratando de mantener su puesto.

La decisión del PP de no servirles de salvavidas es del todo acertada, después del fracaso en Vascongadas, y de haber sido puestos en evidencia en Galicia. Ciudadanos no suma, resta. Tampoco ayuda la continua deslealtad, rozando la traición, de Ignacio Aguado como quiste en la Comunidad de Madrid. Ciudadanos es una cloaca de pequeños intereses. Fue bello mientras duró.