José Antonio Hernández Robles.
En el prestigioso e influyente diario _Rambla Libre_ se ha producido un gran avance en el ejercicio de levantar las cañerías de la ciudad de Alicante, habitualmente tan hedionda en lo mediático. Es bien conocido que las dotes para la intermediación de una pseudo-cineasta y asesora del ex gestor de iDental consisten realmente en una buena relación con la Diputación que otrora llegaba al furor de las noches de verano. La derecha alicantina tiene a su musa madrileña en la «intermediación»: la atenta observadora en los plenos municipales en los que se producen extrañas abstenciones como la de una ex concejal morada que favorece la
investidura de un candidato popular. Hasta aquí muchos alicantinos alcanzan a comprender. Puede ahora darse un paso más con la siguiente pregunta: ¿cómo funciona la «intermediación» desde la órbita progresista? El funcionamiento es similar. Los estudios de Historia y la Diputación siguen resultando fundamentales para entender el problegómeno, con un protagonista socialista cuya humilde juventud se remonta a un hospicio y cuyo mandato se produce en los años 80 y primeros años 90 con el pseudónimo de «Moscú». La forma en que se forjó la alianza con «los intermediarios»
fue paradójicamente la crítica desarrollada desde el año 1989 en las columnas de opinión publicadas los domingos. Aquellas plumas cargadas eran la antesala de una buena camaradería en adelante, con una absolución «muy extraña» en el Tribunal Supremo en 1992 y la fundación en el año 2000 de una agencia de publicidad administrada porel antiguo plenipotenciario de la Diputación y gestionada por los «críticos» en ocasiones y «amigos del Presupuesto» en otros ratos. El objetivo era «el vellocino de oro», que es como el héroe de la mitología Jasón designa el tesoro, que en la vida social alicantina es el reparto de la publicidad. La cobardía y el lacayismo mediático, con un código de omertà propio del Mediodía italiano, estuvieron en relación con un silencio de lustros, durante los cuales las prácticas de disfrute del Presupuesto de la Diputación por parte de unos pocos se perpetuó. Pero la verdad
acaba aflorando, y era cuestión de tiempo que en algún sumario conocido, como por ejemplo el Caso Rabasa, se levantara la liebre. En mayo 2009 un constructor y accionista del mundo del fútbol mantenía una relación de amistad con una política alicantina de origen gallego. Con la confianza hablaron de «cosas»… entre ellas el reparto de publicidad institucional. En septiembre de 2014 los grupos de mensajería instantántea de agrupaciones socialistas muncipales reenviaban lo que habían visto en el sumario, y el comportamiento del «mencionado» fue reaccionario. Incluso pareció funcionar el corporativismo de una asociación de prensa emitiendo un comunicado en que se rechazaba algo aparentemente tan insignificante como compartir lo que se encuentra escrito en una investigación en la que no hay secreto de sumario. Es curioso que las acusaciones trataran de anular las escuchas del caso Rabasa y que en 2016 el Juzgado de Instrucción 6 de Alicante y la Audiencia Provincial de Alicante archivaran la investigación, algo sorprendente ya que en los otros casos relacionados con el ayuntamiento de Alicante y un constructor alicantino de origen oscense ha habido un impulso procesal bastante intenso. ¿Fue el archivo una forma de silenciar la cloaca mediática? ¿Por qué la mencionada «agencia de publicidad» dejó de funcionar cuando se conoció la investigación del Caso Rabasa y acabó siendo cerrada en 2016 tras varios años sin depositar cuentas? En mayo de 2018 la Diputación de Alicante despidió a su antiguo
camarada, y por el velatorio acudieron los «socios» del mundo de la publicidad, así como el «Campeón» cartagenero en sus últimos días de tranquilidad antes de iniciar un largo periplo hacia Picassent. ¿Es estrechar la mano con el «Campeón» una actitud de buena educación o de agradecimiento? ¿Es la presencia en un velatorio una actitud de cortesía o de rendir honores a un conseguidor? Muchos interrogantes que un editor aragonés podría plantearse a la hora de elaborar sus planes de eficiencia para que las cuentas salgan en su conglomerado mediático que se extiende por Baleares, Canarias y buena parte de la Península Ibérica. El principio de responsabilidad
de empresa aconseja que el empresario alargue la lista de Málaga y Murcia con otros nombres de Alicante. Algunos miran con incertidumbre una manta enrollada en la central de una editorial ubicada en la diagonal de Barcelona, una manta entre cuyos «contenidos» se adivinan algunos nombres. ¿Quiénes pueden ser?
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