Mike Sala.
Si alguien siente curiosidad y quiere alguna orientación sobre cómo convertir un proyecto de diario digital, en principio interesante, en un estercolero de temas sexuales e ideología de género sin venir a cuento, pregunten a Pedro J. Ramírez.
No hace demasiado tiempo Pedro J inició una aventura empresarial, anunciada a bombo y platillo en sus colaboraciones en EsRadio, que fue crear y poner en marcha la publicación digital diaria elespañol.com.
Escuchándole, nunca tuve claro si su nueva creación se debía a un apasionado amor por el periodismo, a un afán de competencia y venganza contra quienes le habían echado de El Mundo sin dejarle salir por la puerta, porque más bien fue tirado por la ventana atravesando los cristales, o si era un poco de todo aderezado con unas pizcas de soberbia.
Que Pedro J. tiene talento, o al menos lo tuvo, hay que reconocerlo en honor a la verdad. Recuerdo como si hubiera sucedido hoy cierta entrevista en la antigua Antena 3 Radio, allá por el año 1989, en la que Luis Herrero charlaba en su programa de la tarde con un Pedro J. ilusionado que anunciaba su nuevo proyecto empresarial y periodístico a punto de nacer, que sería bautizado como El Mundo (del siglo XXI) y que pasados algunos años se convertiría en uno de los periódicos de referencia en el periodismo de investigación, colocándose así en los primeros puestos de ventas en la década de los 90. De hecho, yo fui uno de los muchos que, como diez años antes se habían pasado como oyentes a Antena 3 Radio, en el nacimiento de los 90 abandonó la lectura del resto de diarios y pasó a ser lector habitual de El Mundo.
Ahora, con la perspectiva del tiempo y prescindiendo de nostalgias, reconozco que los últimos 19 años de aquél periódico, que no ha dejado de ofrecer grandes aportaciones al mundo de la prensa, también se ha convertido en un complicado guión de telenovela cargado de intrigas internas, de no pocas alarmas económicas de quiebra, y de curiosos episodios de apasionados romances con Libertad Digital que invariablemente terminaban en broncas, cuernos, rupturas y reconciliaciones en un bucle que solo se modificó para admitir a un tercero, más joven pero de igual factura, que ha sido El Español.
Comencé a visitar elespañol.com desde su aparición. Y desde entonces he presenciado, como simple lector, unos inicios que me recordaban mucho a los de la aventura de El Mundo. Pero El Español viró pronto a un rumbo cada vez más descarado hacia la tibieza política (que no objetividad) teñida de naranja y reconvertida después en adoración por Albert Rivera y Ciudadanos, y a la adaptación al medio de la aberrante ideología de género más intensa y efectiva que yo haya podido observar en cualquier otro periódico de los que suelo consultar
El resultado de tal deriva está a la vista de quien quiera comprobarlo con un simple vistazo. Quizás la fecha de hoy sea la excepción, porque la noticia del día es la finalización del juicio del proceso indepe que se ha seguido contra los golpistas-supremacistas catalanes, y el tema recurrente de la semana pasa por recordarnos a diario los posibles pactos de gobernabilidad que nuestros tarados políticos planean por el bien y el interés general de sus bolsillos y patrimonios, pero cualquier día de los anteriores, y no creo que la línea de publicación vaya a cambiar ni ahora ni en el futuro, la oferta de artículos de corte sexual y pornográfico en cualquiera de las secciones habituales es prácticamente diaria, sin perjuicio de la ya habitual y creciente defensa de la ideología de género y la sexualización de la infancia desde los medios y programas de entretenimiento infantil y juvenil.
Desde sugerencias de cómo llegar mejor al orgasmo y prolongarlo, insertadas en la sección de “cultura” (¿?), a los artículos sobre famosos y sus preferencias en la cama o el revolcón de los concursantes de un reality de Mediaset ideado para un público de anormales sociales y cotillas patológicos, hasta un artículo en el que el escritor se felicita porque Disney ya incluye a personajes homosexuales en sus series infantiles, pero se duele de que todavía no haya suficientes programas así para que padres e hijos puedan verlos juntos en casa, la oferta erótico festiva de un diario digital supuestamente serio y pretendidamente cultural va poco a poco en aumento. Como Libertad Digital, que también hace uso de crónicas rosas y continuas referencias a “Salvame”, otra factura de Mediaset para alimentar las mentes de un público intelectualmente inane, El Español va directo a convertirse definitivamente en una extraña mezcla de crónica política progre, afirmación de ideología de género y abundantes contenidos basura extraídos de la programación de TeleCirco y sus canales satélites.
Quizás de este modo pretenda Pedro J. sanear las finanzas de El Español, dado el abundante público ávido de alimentarse en semejantes estercoleros; pero si al mismo tiempo pretende recaudar más con su insistente banner pidiendo al lector que se suscriba, olvida este director que el tipo de lector que se suscribe a una publicación de calidad suele ser de un perfil académico y cultural medio – alto, que no consume ni paga por contenidos vulgares, sectarios y soeces como los que elespañol.com ofrece ya casi a diario en varias de sus secciones.
¿Sobrevivirá este diario digital si sigue en esta línea? Es posible. Pero también puede suceder que su propio creador, Pedro J. Ramírez, acabe de nuevo siendo arrojado por la ventana, sin abrirla previamente, como ya pasó en El Mundo. Por el momento, parece que estemos ante otro caso de medio de comunicación que, naciendo tarado y con objetivos editoriales poco definidos, acabe por convertirse en un peso muerto mal disimulado, nada rentable y causa de grandes pérdidas para quienes invirtieron su dinero. Un caso calcado al de EsRadio, que ya se ofrece al mejor postor de momento sin resultados, y que además puede llevarse a Libertad Digital a las profundidades sin dejar apenas supervivientes.