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La guerra civil de la derecha resta

Redacción




Editorial.

En lo que tienen de creíbles las encuestas, la derecha -«los de Colón«, como dicen los socialistas- ganará en votos las elecciones del próximo domingo. No está claro que lo haga en escaños. Por la sencilla razón de que la Ley D’Hondt penaliza la división y en esta ocasión la derecha acude dividida en tres opciones. A lo que estamos asistiendo es a una guerra civil dentro de la derecha, que puede pasar una grave factura en un momento decisivo. Todas las elecciones decisivas, pero estas lo son mucho más.

Pueden entenderse los emocionales maximalismos de crítica al voto útil o el rechazo moral al mal menor, pero esas son las reglas del juego de nuestro nefasto sistema electoral. En el debate de Atresmedia, Pablo Casado afeó a Ciudadanos que no se hubiera llegado a un acuerdo para acudir de manera conjunta al Senado, lo que hubiera asegurado la mayoría absoluta en la Cámara Alta. PP, Ciudadanos y Vox debieran haber concurrido unidos en una sola candidatura al Senado, cuyas funciones fundamentales afectan a la territorialidad donde los puntos de concomitancia entre las tres formaciones son claros.

Ese proceso unitario debía haberse llevado a cabo también en las listas para el Congreso en Vascongadas y Cataluña. Vox debiera haberse presentado sólo en las circunscripciones mayores, reduciendo la penalización de la Ley d’Hondt, pero la derecha está en una pugna de liderazgos, en una exhibición de resentimientos y en una competencia suicida, que la Ley electoral no permite, penaliza.

Ilustramos este texto con la foto de los candidatos de Navarra Suma donde sí se ha producido un proceso de unidad, bien que incompleto, como referencia de lo que debía haber sido. En Navarra, ante el acoso del separatismo vasco, que quiere anexionar Navarra a su quimera y que quiere hacer desaparecer a la Guardia Civil, empezando por la de Tráfico, las derechas han tenido el acierto de unirse en una candidatura en la que concurren UPN, PP y Ciudadanos. Como ha resaltado Amelia Salanueva, candidata al Senado, «si hace 4 años el voto del centro derecha hubiera estado unido hoy no gobernaría Bildu Pamplona» y ha resaltado lo obvio: «la ley electoral en España premia la unidad de voto y castiga la división». Y Sergio Sayas, cabeza de lista al Congreso, ha resaltado el problema más urgente: «De Navarra no va a salir ni un solo policía ni un guardia civil«.

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Salvo por la necesidad perentoria, la conformación de Navarra Suma no era fácil de principio. Ciudadanos ha renunciado a cuestionar el modelo fiscal de Navarra y ha hecho bien, y UPN va de la mano de un partido que ha cuestionado anteriormente la foralidad. Las encuestas vienen dando a Navarra Suma como la opción más votada, con dos escaños, que serían los mismos que conseguiría el PSOE, mientras el quinto iría a Unidas Podemos. Ni Geroa Bai ni Bildu conseguirían representación. Navarra Suma merece todo el apoyo y muestra el camino que se debía haber seguido. Debía haber habido un España Suma, porque lo impone la Ley electoral.