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Bergoglio no es un hereje, es, simplemente, un completo imbécil

Redacción




Enrique de Diego.

Un buen amigo mío me recomienda ver la entrevista realizada por Jordi Évole a Jorge Bergoglio, para que compruebe el buenismo insustancial del personaje. Hago el propósito de hacerlo, pero luego me veo incapaz. A estas alturas de la vida, sólo muy selectivo con a qué dedico el tiempo. Apenas si soporto a Jordi Évole, que me parece un bufón y un lacayo en las antípodas del periodismo. No es, desde luego, Oriana Fallaci haciendo entrevistas, sino más bien un tonto del haba haciéndose el interesante. Pero a quien menos soporto ahora mismo del mundo es a Jorge Bergoglio. Si en los informativos, que es casi lo único que veo de televisión, sale Bergoglio inmediatamente cambio de canal.

No es un hereje, es, simplemente, un completo imbécil. En lo único en que se le nota que es Pontífice de la Iglesia Católica es en que va vestido de blanco. En todo lo demás es un politicastro de tres al cuarto, un rollero insustancial. Me parece una parodia de Papa. Tiene una vanidad insoportable que tira para atrás. Intelectualmente, es una nulidad y un descrédito para la Compañía de Jesús. Es lamentable que la fundación de San Ignacio de Loyola haya producido este engendro, este bodrio. Casi nunca habla de Dios ni de las verdades de la fe, y casi lo prefiero.

Hay muchos indicios de que su elección fue simoniaca. Los documentos de la Open Society filtrados por Wikileaks demuestran que su mano derecha, el cardenal de Honduras, Óscar Rodriguez Maradiaga está a sueldo de George Soros. Ha tapado las vergüenzas de cardenales pederastas o complacientes por el hecho de que fueron votantes suyos. Es el representante de esa “primavera católica” que pretendían los demócratas norteamericanos agrupados en torno a Hillary Clinton, que no es otra cosa que demoler el edificio de la fe y la moral, para sustituirlo por un vago sentimentalismo. Nada nuevo bajo el sol: la herejía modernista que con tanta fortaleza combatió San Pío X. Este Bergoglio es un clérigo mundanizado a la búsqueda de notoriedad y un papagayo de la agenda Soros. Pero en sí mismo entraña cierto magisterio, pues en todo lo opinable hacer y sostener lo contrario de este papanatas es andar en verdad. No hay que hacerle ni caso. Y tengo la sensación de que cada vez se le hace menos. Está ya más visto que el tebeo y se repite más que el chorizo.

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Es incapaz de defender a los católicos venezolanos, pero es que ha silenciado y silencia el martirio de los cristianos en Nigeria, en Irak y en Siria, en Pakistán y en todas las intolerantes sociedades musulmanas. No dice nada sobre la profanación de Iglesias en Francia. Todo esto altamente inmoral. No es un padre, sino un capullo. Un progre de cuarta, intentado caer bien y haciéndose el gracioso, sin gracia. No ha cumplido la agenda Soros en su totalidad porque se ha encontrado con la resistencia heroica de algunos buenos cardenales. Esa agenda contemplaba el matrimonio de los sacerdotes y el acceso al sacerdocio de las mujeres. Pero, desde luego, ha generado confusión en dosis altas para conseguir un titular. Ya no vende. No interesa.

Es un completo imbécil dedicado a jugar a favor de la islamización de Europa, pero esto ya lo sabe todo el mundo y está desprestigiado. En Lesbos, este canalla fue capaz de dejar en tierra a familias cristianas dando prioridad a otras musulmanas, cuando las realmente perseguidas, también en los campamentos de refugiados, son los cristianos. Visita Marruecos, donde no se le ha perdido nada, para blanquear el islamismo. Pero hay una buena noticia: este resentido no va a venir a España. Ni falta que hace. Sería hollar esta bendita tierra de María. Para los chorradas que dice le basta y le sobra con aburrir a las ovejas en ese programa para indigentes mentales y gregarios que presenta el lacayo Jordi Évole.