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Javier Sardá: La izquierda con demencia senil

Redacción




Luis Bru.

La Sexta se está quedando sin sitio, y eso es grave. Ha sido y es la cadena oficial de Podemos y Nicolás Maduro. Sostenida por la derechona amoral y sin principios de la familia Lara, José Crehueras y Mauricio Casal. Es una cadena fallida, a la que, en su actual línea, le quedan pocos meses, porque la gente se ha hartado de la manipulación de la corrección política. Quedará para la ignonimia patria el hecho de que se haya declarado en 2018 a Antonio García Ferreras mejor periodista del año. Es una cadena dedicada al antiperiodismo, para satisfacer a un público que esta dejando de existir, apátrida, sectarios y dispuesto a asumir consignas estomagantes.

Esa escombrera catódica tiene una presunta venta a la pluralidad que hace el ridículo cada noche de sábado con figuras estelares, como el abuelo porreta de las anchoas, Miguel Ángel Revilla, un exfalangista reiventado en regionalista de coros y danzas y presentado como el hombre del sentido común que es el menos común de los sentidos, como él demuestra en sus intervenciones.

Iñaki López no tiene fuste, ni hechura. El programa carece de profundidad y para ser semanal tiene muy poco trabajo detrás, escasa elaboración, poco ritmo y es romo y cansino en el debate. Sólo Antonio Jiménez en Trece consigue hacerlo peor y más tedioso.

Javier Sardá. /Foto: lasexta.com.

Quien da la nota es, desde luego, Javier Sardá. Da pena verlo. Da la impresión de estar mal. Literalmente, de que se le ha ido la olla. Carece de un hilo coherente. Sobreactúa y da la nota. No sabemos si por aquello de que la televisión es espectáculo, pero el que él da resulta penoso. Tiende a las descalificaciones callejeras y a los improperios manidos, de una izquierda periclitada y con demencia senil. Frases como que «Pedro Sánchez es el presidente más dialogante» no merecen enmarcarse sino ser impresas en rollos de papel higiénico. A veces, da la impresión de que no sabe bien de lo que habla, interrumpe sin ton ni son y luego, encima, se le va el hilo. Alguien debería compadecerse de un hombre en su estado y retirarlo de la vergüenza pública.