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La izquierda y las feministas, contra la democracia

Redacción




Editorial.

Lo sucedido delante del Parlamento de Andalucía es de extrema gravedad, y no se mueve en ningún caso ni dentro del folclore, aunque lo parezca, ni del legítimo derecho de manifestación. La izquierda y lo que denominan movimiento feminista, que no es más que una serie de asociaciones de mujeres socialistas para beneficiarse de las subvenciones que nunca llegan a las víctimas, ha dado un paso que nunca debió dar situándose en términos de golpismo contra la democracia.

La democracia es el sistema que permite la alternancia en el poder sin derramamiento de sangre, por eso no se pueden cuestionar los resultados porque lo que está haciendo es cuestionar la alternancia y negando por ende la democracia. Ésta no es en ningún caso el sistema por el que un partido se siente satisfecho si gana y cuestiona el resultado si pierde, porque eso no sólo es oportunismo sino directamente totalitarismo.

Las elecciones andaluzas se han celebrado con toda normalidad, sin incidentes, nadie ha sido coaccionado para depositar su voto, el recuento se ha hecho correctamente, se han celebrado debates electorales y únicamente es resaltable que el partido Vox ha sido silenciado por los medios de comunicación. Los resultados son legítimos y se ha producido la alternancia.

El hecho terrible de que el PSOE y Adelante Andalucía hayan convocado y animado la concentración, el escrache ante el Parlamento, deja a esos partidos en muy mal lugar como antidemócratas. El portavoz de Vox, Francisco Serrano ha hablado de «kale borroka«. El fracaso de la concentración, que se quiere repetir en 50 ciudades, no empece la gravedad de lo sucedido y la ruptura del mínimo de las reglas del juego. La izquierda y el movimiento feminista están alentando peligrosamente la violencia con procesos irresponsables de criminalización. La conformación de un Gobierno regional liderado por Juan Manuel Moreno Bonilla (quien ha hablado de diálogo sin cordones sanitarios), con los votos de Ciudadanos y Vox, es perfectamente legítima, que Vox sea partidario de la derogación de la Ley andaluza de Violencia de Género -y de la nacional- ha sido refrendado por 400.000 votos.

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Es obvio que el PSOE, especialmente, y Adelante Andalucía, no se mueven por ideas ni por ideales, sino por intereses pues está en juego mucho dinero y se ventilan muchos puestos de trabajo en la gigantesca administración edificada por el PSOE en 37 años de hegemonía y mucho dinero a repartir en nombre de las víctimas de la violencia doméstica, pero los andaluces han decidido y ese juicio es inapelable.

La izquierda, el movimiento feminista y sus aliados, los separatistas, se han desbocando por una senda que conduce a la guerra civil. Hora es de parar ya este despropósito monumental.