Virginia Montes.
En su visita a la prefrectura de Puy-en-Velay, Emmanuel Macron fue increpado. El último bastión del sistema europeo, tras el debilitamiento de Ángela Merkel, no sólo está en sus horas más bajas de popularidad, también está poniendo en riesgo al Estado francés. El 1 de diciembre, los «chalecos amarillos» arremetieron contra las prefecturas y los símbolos del Estado fiscal.
Macron ha tenido que dar marcha atrás a las subidas de los combustibles y a su agenda de mayor presión fiscal. El primer ministro se ha comprometido a que no habrá «nuevos impuestos«.
El apoyo de los franceses a los «chalecos amarillos» es abrumador y no hace otra cosa que crecer. Un sondeo de Ifop-Fiducial sitúa ese respaldo en el 72%. Por partidos, los que más apoyan el movimiento son los simpatizantes de Rassamblement National, 89%, y Francia Insumisa, 88%, pero los porcentajes son también muy elevados entre los seguidores del PSF, 76%, y Los Republicanos, 72%.