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Las familias de los terroristas de Ripoll y los imanes los consideran mártires y se alegraron de sus crímenes

Redacción




Javier de la Calle.

Pusieron una cara pública y otra en sus casas. El pueblo de Ripoll, bajo el trauma, el fracaso y la hipocresía, les dio toda la visibilidad y encabezaron las manifestaciones. Todo fue mentira, una grosera mentira, para diferenciar a los terroristas de la comunidad musulmana. Lo islámicamente correcto se puso en funcionamiento a la perfección, bajo la pretensión de que el riesgo estribaba en que surgieran episodios de islamofobia.

Manifestación contra el terrorismo en Ripoll. /Foto: lavanguardia.com.

Todo falso. Las familias y los imanes veneran a los terroristas y se alegraron de sus crímenes. Lo que se pretendía con la propaganda oficial es distanciar los crímenes del islamismo y anestesiar a la población respecto al riesgo cierto de la islamización. Se insistió hasta la saciedad, por ejemplo, en que los jóvenes, perfectamente integrados, habían sido manipulados por un imán radical. Pero es que las familias y la comunidad toda de Ripoll es radical.

Una comunidad integrista la de Ripoll.

Eso es lo que se deduce de los pinchazos telefónicos a los entornos de los sádicos criminales islámicos que desvela el digital Voz Populi.

Víctimas en Las Ramblas. /Foto: lavanguardia.com.

Las fuerzas y cuerpos de seguridad intervinieron una cantidad ingente de números de teléfono tras los atentados de Barcelona y Cambrils en agosto de 2017 con el ánimo de saber si había más personas relacionadas con la célula yihadista. Muchos de los investigados eran los propios familiares de los terroristas. Entre ellos hay algunos que muestran un nulo arrepentimiento ante lo sucedido. Pero de sus conversaciones también se arroja el apoyo de líderes religiosos musulmanes de Ripoll donde vivían la mayoría del grupo liderado por otro imán, Abdelbaky Es Satty.

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– El 22 de octubre, dos meses después de la matanza, Hafida Oukabir mantuvo otra conversación con su madre en la que justifica las acciones de sus hermanos. “Es obligatorio para el hombre hacer la yihad por Alá… no es un juego”, le dice al tiempo que se muestra contrariada porque “la gente no piensa en Dios”. “Si Dios quiere a alguien, se lo lleva”, insiste la hermana ante su madre, que replica que eso es lo que dice el Corán: “Cuando una persona es buena, no se queda”.

Hafiga Oukabir hizo un gesto de satisfacción cuando se enteró de la masacre.

–  El 29 de octubre Hafida charla de nuevo con su hermana llamada Hanane. Esta última le dice que ha estado hablando con Hammou Minhaj, el secretario de la comunidad islámica Annour de Ripoll, quien le ha ofrecido enterrar el cuerpo de Moussa en Barcelona porque en Marruecos tendrían “problemas”. Pero la hermana Hafida hace ver que no le gusta la idea: “no voy a enterrar a mi hermano en el país de los incrédulos”.

Explosión del chalet de Alcaran.

– El 13 de noviembre, Hafida conversa con su marido. Le comenta que el imán le ha dicho que su hermano y sus amigos “murieron por la causa de Alá”. “Murieron como mártires”, refrenda su esposo.

– Ese mismo día, Hafida llamó de nuevo a su madre quien le informó de que había estado hablando con el imán y que éste le había dicho que no era necesario lavar los cadáveres de los fallecidos en los atentados: “Que no hace falta lavar a los chicos porque son mártires. Se fueron con Dios”.

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Una madre y su hijo, muertos por el islamismo y el buenismo de Ada Colau en Las Ramblas.

– En la misma conversación la madre le indica a su hija que el mismo líder religioso les ha advertido de que “no digan eso a nadie porque ahora les están vigilando a los imanes”. “Suerte tienen que no han cometido ningún pecado en la vida (…) tomaron el camino de Dios, tomaron el camino de la religión, del profeta. No han dañado, no han tocado, no han insultado, no han maltratado”, replica Hafida.

Todo un ejercicio de taquiyya, simulación, compartida con la propaganda del separatismo y de esa lacra destructiva del progresimo.