Editorial.
La publicación por el diario El Mundo de los llamados papeles Kitchen, complementarios de la lista de Bárcenas, y que muestran que la caja B era el modus operandi del PP en toda España muestran que no es posible que el PP se regenere y eso le convierte en inservible.
La corrupción está en los tuétanos del Partido Popular y hace tiempo que hizo metástasis impregnándolo todo y afectando a toda la estructura del partido de manera capilar. Una situación de éste tipo no se resuelve con una operación de márketing, ni con un cambio de liderazgo, al que ha accedido quien ha crecido en ese ambiente. Los papeles, que fueron obtenidos por el PP dentro de una operación mafiosa de Estado, incluyen la contabilidad B del PP en Galicia, una completa relación de notas y presupuestos sobre la financiación irregular de las campañas electorales de Madrid, contratos suscritos por el PP con actividades vinculadas con ese partido en la Comunidad Valenciana. Esa contabilidad paralela incluye pagos en B relacionados con la vivienda que ocupó José María Aznar en la Calle Arturo Soria y también con los gastos de la boda de su hija en El Escorial, lo que indica que la cultura de la corrupción lleva instalada desde bastante antes que Mariano Rajoy y que un retorno al aznarismo es una instalación en la corrupción. Aznar no está para dar lecciones sino para estar callado.
Pablo Casado no ha tomado ninguna medida regeneradora, porque no puede. Es imposible que cambie a los corruptos por gente honrada porque no quedan. Junto a la corrupción económica persiste la corrupción ideológica que se ha vuelto a manifestar en la entrega de la mayoría del Consejo General del Poder Judicial a la mayoría social-comunista y la modificación traidora de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Hay muchos indicios de que ese movimiento aparentemente absurdo tiene fundamento en la solución del problema del máster de Casado y en ese trasfondo de corrupción que debilita al partido.
En ese sentido, son altamente escandalosas las revelaciones que viene publicado El Plural sobre uno de los nominador por el PP para el Consejo General del Poder Judicial, Manuel Altava, quien el 14 de marzo de 2001 adquirió tres propiedades del Estado por la ridícula cifra de 650 euros, en un clima que sugiere tráfico de influencias, y que ha ocultado nueve propiedades en su declaración de bienes.
A medida que se baja en la estructura del PP las cosas no mejoran. Las referencias demagógicas a los concejales no se compadecen con la realidad. Es difícil encontrar a alguien honrado y sin mácula entre los concejales del Partido Popular. En el caso de Alicante se mueve entre la pocilga y la cloaca. Manuel Navarro Segura recibió una concesión por el hecho de ser el cuñado del ex concejal Andrés Llorens y se le olvidó dar de alta a todos los trabajadores. Se han creído impunes y han funcionado con tal convicción.
El enfangamiento en la corrupción ha restado toneladas de autoridad moral al Partido Popular, cuya debilidad le hace inservible para defender los intereses generales de España.