Enrique de Diego.
El año 2010 vi la posibilidad de echar abajo el sistema y decidí, asumiendo los riesgos, implicarme por completo. Ese año, el 21 de diciembre, tenían lugar elecciones autonómicas en Cataluña y sopesé la posibilidad de que si Plataforma por Cataluña obtenía 3 diputados, el separatismo se vendría abajo en sus ensoñaciones y se abriría paso el debate sobre el islamismo que sí es un problema real.
Dice Julio César en su historia de la guerra civil con Pompeyo que “estamos dispuestos a creer aquello que deseamos”. Bastaba esa fisura para que todo el edificio de mentiras del sistema de casta parasitaria temblara y se viniera abajo. Lo deseaba –se hubieran adelantado años preciosos perdidos- y estaba dispuesto a creer. Lo bordé. A pesar de haber sido relegado y marginado en Intereconomía, el PP se vio obligado a pagar 42.000 euros (como consta en la contabilidad) porque mi programa de radio, A Fondo, que se emitía por Radio Inter no se pudiera escuchar en Cataluña.
Lo que no había previsto, ni imaginado, es que fuera a encontrarme en medio de un torbellino de falsos patriotas, de auténticos estafadores. Antes de entrar en materia, recordar que, a pesar de todos los obstáculos surgidos de ambientes supuestamente patrióticos, Plataforma por Cataluña obtuvo 75.321 votos, el 2,42% y que durante el primer tramo del recuento se le concedían los tres diputados que lo hubieran cambiado todo.
El primer ataque a Plataforma por Cataluña de cara a esas elecciones se produce de manera desaforada y enloquecida desde un digital malagueño llamado Alerta Digital. Estuvo protagonizado por Armando Robles y por César Román Viruete en comandita. Éste mentiroso compulsivo ha conseguido en estos días lo que tanto ansiaba en su pequeñez intrínseca, física y metafísica: ser famoso. Además de haber dejado un reguero de deudas es sospechoso del atroz asesinato de su pareja Heidi Paz Blunes, hondureña de 25 años. Cuando ha sido llevado al piso compartido en el que residía, César Román Viruete se ha encarado con las cámaras para decir sonriedo: “No he matado a nadie”. Es tan mentiroso que su palabra no tiene credibilidad alguna.
Entonces sí la tuvo. El digital malagueño Alerta Digital se la dio por completo, lo tuvo durante años como colaborador y siempre apostó por su palabra, también cuando intentó asaltar el CDS. Román mostraba una inusitada inquina contra Josep Anglada. Un tiempo antes se había puesto en contacto con el de Vic y le había propuesto expandir Plataforma por Cataluña a Madrid. Él se encargaría de todo y montaría 50 ó 60 candidaturas, empezando por Coslada y obteniendo los medios. Todo mentira. No pagó a los trabajadores contratados y entrampó a Plataforma por Cataluña en 90.000 euros.
Armando Robles parecía personalmente interesado en que no se consiguieran los tres diputados, como el perro del hortelano. Recientemente envió un correo en el que anunciaba con “pena e ilusión” que abandonaba Alerta Digital, lo hacía porque “he visto dramáticamente comprometida la integridad del periódico, mi independencia profesional e incluso la misma existencia de Alerta Digital”. Anunciaba que se disponía a iniciar un nuevo proyecto y sospechosamente pedía dinero facilitando la cuenta bancaria Unicaja Banco ES 47 2103 0182 13 0030019747 Código postal 29002. Digo sospechosamente porque no ha habido ningún nuevo proyecto. Espero que nadie tuviera la ocurrencia de enviar un solo euro, porque suena también a estafa. Con su partidillo Robles, el rey del tarot, organizó una cena gratis para los comensales -éxito de asistencia asegurado- que dejó a deber al restaurante. Otro estafador compulsivo.
Claro que en ese juego de patriotas y estafadores, Josep Anglada pecaba notoriamente de lo segundo. Había montado Plataforma por Cataluña como su chiringuito, como su negocio y exigía dinero a los candidatos y se quedaba, según fue acusado por sus colaboradores, con el de las subvenciones electorales. Anglada, que es un personaje deteriorado por el alcohol y la codicia, se autodestruyó. Abrió en plena precampaña un desgastante conflicto con la persona mejor preparada del partido, el empresario Pablo Barranco, que era secretario general. Se rodeó de su amante oficial y alguna otra nulidad, le cogió miedo escénico a Barcelona capital, que es donde se dirimían las elecciones; se quedó probablemente con el dinero que le trajeron los valones y los austriacos y pasó de rozar la gloria a ir hundiéndose en el fango y el ridículo actual.
El jefe de campaña de Anglada iba a ser Juan Enrique Serrano, que decía estar casado con una sobrina nieta de Francisco Franco, y que resultó ser uno de los implicados en el caso de los EREs de donde se había lucrado con 9 millones de euros de forma fraudulenta y había sido concejal socialista de un pueblo de Sevilla. Desapareció del mapa y ha muerto. Otro mentiroso compulsivo y estafador.
El jefe de relaciones internacionales de Plataforma de Cataluña, un tan Enrique Ravello, una especie de nazi de opereta y esoterismo que tenía en su mente un mapa SS de las regiones, me vetó para estar y hablar en el mitin de cierre de campaña. Craso error que se pagó con el fracaso de la formación. Ravello era un traidor a España partidario de la independencia de Cataluña. Y hete aquí que el personaje de comedia bufa estaba emparentado con Julio Ariza, otro estafador compulsivo que, al mismo nivel o más que el rey del cachopo, hace tiempo perdió el sentido de la realidad. Me remito a las documentadas informaciones publicadas en Rambla Libre sobre el informe de inventario del administrador concursal que considera obligado proceder a la liquidación de Intereconomía, dada su total inviabilidad, sus numerosas deudas y que documenta contablemente que ese grupo ya estaba en quiebra en 2010, lo que no impidió que el alocado Ariza adquiriera Radio Inter y La Gaceta de los Negocios.
¿Por qué tanta gente en el mundo patriótico es estafadora? ¿Qué relación hay entre esa doble vida y esa inmoralidad con que hasta hoy no hay cuajado un fuerte partido patriótico? ¿Por qué ha sido hasta ahora tan bajo y deleznable el nivel en algunos sectores del mundo patriótico? Son preguntas inquietantes sin una respuesta clara. Se pudo romper el sistema en 2010 pero no se consiguió por tan pésimo material humano. Aún así conseguí llevar a Plataforma de Cataluña al punto más alto de su caótica historia: 75.321 votos. Durante unas horas del recuento, el sistema tembló. Sólo por eso mereció la pena.