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“Jesús de Vascaret” o la iglesia nacionalista vasca (II): La iniciática “pastoral” sabiniana, germen del “sagrado” nacionalismo vasco.

Redacción




José Manuel Lestón.

Volviendo al texto de referencia (“Efectos de la invasión”), en él se aprecia un claro y visionario apoyo a favor de unas características nacionales vascas, similar al expresado en futuras pastorales. Como muestra de lo “sagrado” del nacionalismo vasco valga un extracto de esta especie de pastoral “iniciática”, donde el lector podrá confirmar la estrecha relación que guardan política y religión en la doctrina nacionalista vasca desde sus orígenes: “La sociedad euskeriana, hermanada y confundida con el pueblo español, que malea las inteligencias y los corazones de sus hijos y mata sus almas, está, pues, apartada de su fin, está perdiendo a sus hijos, está pecando contra Dios…Es, pues, de todas suertes innegable que el euskeriano no puede,…, alcanzar su último fin, ni puede la sociedad euskeriana cumplir el suyo, ni puede salvarse nuestra raza, mientras se encuentre sometida por España…Bizkaia, dependiente de España, no puede dirigirse a Dios, no puede ser católica en la práctica…Yerran, pues, los euskerianos católicos que piensan salvar a Euskeria uniéndola a España…La sociedad euskeriana se pierde en su roce con la española, y es preciso aislarla para salvar a sus miembros, y para salvar a los venideros, aislarla mañana…por medio de la independencia política…El carlismo, el integrismo y el moderno regionalismo católico no podrán jamás salvar a Euskeria, porque desde el momento que establecen la íntima unión social del pueblo euskeriano con el español, se oponen a que aquél cumpla su fin, sirvan sus hijos a Dios y salven sus almas…¡Ay de aquel que de obra, de palabra o por omisión coopere a ello!…Y entendedlo bien: si en las montañas de Euskeria, antes morada de la libertad, hoy despojo del extranjero, ha resonado al fin en estos tiempos de esclavitud el grito de independencia, sólo por Dios ha resonado”.

Coincidirán ahora conmigo en el indudable carácter “salvifico” del nacionalcatolicismo vasco, más salvapatrias que salvaalmas. Incluso habrán reparado en el latente tono amenazante (¡Ay de aquel que…coopere!) del texto extractado. Esa salvación de un pueblo, expresada por el fundador del nacionalismo vasco, junto a su encumbramiento tras su muerte, harán de él, cual Salvador, una especie de “Jesús”, eso sí étnicamente vasco (basta leer su automito: “Yo, el creador de Euskadi). La proyección salvadora de Sabino con el tiempo afectará a sus fieles seguidores hasta el punto de también creerse salvadores de la patria. Como se desprende de sus escritos, él identificaba su independentismo, su idea de nación, con el catolicismo y viceversa. Ambos conceptos irán en común unión (Dios y Ley Vieja), siendo inseparables hasta hoy. No es que Eta naciera en un seminario (que también). Simplemente el propio nacionalismo vasco, hasta en sus siglas, está imbuido de una fuerte, étnica y decimonónica religiosidad, la que tenía su fundador, que hace que su iglesia sea “militante”, también en lo político, como apreciaremos más tarde en sus polémicas pastorales. Era cuestión de tiempo el que surgiera un “gudarismo salvapatrias” por alguna parte, incluso un cierto afán contestatario del clero local más radicalizado, coetáneo de aquél, aunque el odio ya estaba sembrado desde Sabino.