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“Jesús de Vascaret” o la iglesia nacionalista vasca (I): Iglesia católicamente abertzale y jeltzale

Redacción




José Manuel Lestón.

Como si de una parábola bíblica se tratara comienza nuestro relato, una verdad revelada por acontecimientos, prédicas y gestos (pasados, recientes y…) que nos avanzan, en la historia sagrada del nacionalismo vasco desde sus inicios, el “revolucionario” papel de la iglesia católica local. Piensen que su Salvador no es de almas (allí el quinto mandamiento nunca fue preceptivo) sino de patrias. En eso ha consistido el rancio y decimonónico nacionalcatolicismo vasco, en una sacra militancia revolucionaria, algo si cabe entre lo jesuítico y lo benedictino fundamentalmente. Permítanme por ello la licencia de sustituir el nombre del tradicional Redentor Universal por un nombre “más autóctono”, como el que titula el presente artículo, para acabar diciendo que la iglesia vasca es católicamente abertzale, y no apostólica y romana. Su “apostolado”, al servicio de un régimen como el Régimen Nacionalista Vasco (RNV), no es Universal.

Familia Arana.

Recuerden que en la primera prensa nacionalista vasca (“Bizkaitarra”) ya aparece el revelador lema, de clara entonación carlista (acuérdense del “Dios, Patria, Fueros y Rey”), pero reducido y al euskera: el conocido “Jaun-Goikua Eta Lagi-zarra” o J.E.L. (Dios y Leyes viejas, en referencia a los antiguos fueros), fiel expresión del ideario sabiniano, que inicialmente conformaría en euskera el nombre y el espíritu del incipiente Partido Nacionalista Vasco-Euzko Alderdi Jeltzalea (PNV-EAJ). Con el término “Jeltzale” (partidario del clerical JEL) es como se denominaba a los miembros de dicho partido. Obviamente con este lema, que aún persiste en sus siglas, aquella prensa y aquel partido se autodefinieron desde su creación y de “forma autóctona”, desde el mismísimo surgimiento del propio nacionalismo vasco, como católicos y nacionalistas/abertzales, posicionándose así un paso por delante del fuerismo latente de la época. Sin embargo, el germen de dicho posicionamiento -y su orientación final- fue y es excluyente, al no ser “universal” (como el de la Iglesia de Roma) su fin por resultar separatista-independentista. Según sus propios apuntes Sabino Arana Goiri, cronológicamente y por este orden, se autodefine carlista, más tarde integrista fuerista para acabar siendo nacionalista. Lo que ocultan los nacionalistas es que al final de su vida renunciaría a la independencia, preconizando un regionalismo autonomista.

Prosiguiendo con lo publicado en los primeros soportes escritos de aquel incipiente nacionalismo vasco, a Bizkaitarra le sucedió “Baserritarra”. En su número 11 (corría el año 1897) se incluiría un artículo de Sabino Arana, bajo el título “Efectos de la invasión”. En dicho escrito Sabino no sólo nos da a conocer el por qué del nacionalismo vasco, su fundamento, sino también nos relata cierta incidencia protagonizada por un jesuita. Según Arana hay que “preservar el carácter moral del pueblo vasco”, en peligro de extinción por la fuerte inmigración española. De ahí el conflicto o choque cultural aparentemente existente, en base a la concurrencia de 2 tipos de bailes, uno local y otro “foráneo”, supuestamente opuestos e incompatibles entre sí, obviamente por culpa de una excluyente y sacrosanta visión identitaria muy recalcitrante. La furibunda crítica al “baile agarrado” expresada como algo no propio e inmoral, fruto del rancio puritanismo sabiniano reinante, contrasta con las bondades del baile local, de carácter individual. El escenario para la “santa y jesuítica” actuación fue la plaza pública de Bergara y el protagonista principal un jesuita. La polémica suscitada por el tipo de bailes a practicarse en su plaza terminó con la pública y voluntaria autoflagelación en dicha plaza del susodicho jesuita, como protesta por tal “invasión” cultural, y con cierta algarada pública. ¿Les suena esto último?. Como vemos, el tipo de baile para los sabinianos o primeros nacionalistas vascos era la excusa perfecta para montar un inexistente conflicto cultural , en el cual basar toda su futura estrategia independentista-separatista frente a un hipotético invasor. Todo aquello considerado foráneo será tildado desde un principio de extraño, inmoral y pecaminoso.