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La tiranía de la industria farmacéutica quiere acabar con la homeopatía

Redacción




Enrique de Diego.

Este Gobierno que es el mal con ausencia de todo bien, que es ilegítimo y que es partícipe de un golpe de Estado, está sometido, como toda la izquierda actual, a las megacorporaciones y, en este caso, a los intereses de la industria farmacéutica, esa que luego coloca de directivos con buenos sueldos a quienes han ostentado responsabilidades políticas en el sector que les ha permitido a ambos seguir con su nauseabunda corrupción agrediendo a la salud de las personas.

Como no tienen el más mínimo respeto ni por la libertad personal ni por la ciencia vienen desarrollando una ofensiva tiránica y reaccionaria contra la homeopatía. Ya han dado un paso más. Esta pandilla de corruptas que están al frente del Ministerio de Sanidad se han puesto en plan inquisición a primero hacer un índice de los medicamentos homeopáticos de los laboratorios y les han salido 2.008, que pueden luego multiplicarse por distintas diluciones. Todos los que están fuera de esa lista dicen que han quedado directamente prohibidos.

Luisa Carcedo, tramposa ministra de Sanidad. /Foto: okdiario.com.

Un inciso para indicar algunas obviedades: el Ministerio de Sanidad no tiene sentido pues todas sus competencias están transferidas a las autonomías, así que o cerramos las autonomías o cerramos el Ministerio de Sanidad. No se va a hacer ni una cosa ni la otra porque hay que mantener a políticas chupando del bote. En este caso, políticas. El Ministerio de Sanidad es una cloaca. Veamos, a Ana Mato no le sorprendió ver un Jaguar en el garaje ni que los payasos de los niños iban de gratis; la familia de Dolors Monserrat debe millones de euros a Hacienda; Carmen Montón tenía un máster concedido por una Universidad que no sabía ni ubicar; y La actual Luisa Carcedo se ha dedicado a cobrar 150.000 euros en dietas de alojamiento que nunca debió cobrar porque tiene casa en Madrid. Con gente tan poco honorable todo es posible.

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Pero esta pandilla de chorizas se ha puesto cientificista que no científica y muy histéricas las pobres a defender los intereses de las farmacéuticas, esas que tienen visitadores para pasar sobre a los médicos alópatas e invitarles a banales Congresos ‘científicos’ en el Caribe, en algún paraíso fiscal preferentemente.

Han publicado en el BOE el listado de los 2008 productos homeopáticos y ahora la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), una letrina de la industria farmacéutica, se dispone a decir que no curan. ¿La gente se ha vuelto estúpida y se ha puesto a jugar con su salud pasándose en masa a la homeopatía? No, la gente se ha dado cuenta de que los productos farmacéuticos son bombas químicas que no sólo no curan sino que destrozan el cuerpo intoxicándolo. Estos científicos de pacotilla son los que dejaron tullidos a los niños de la Talidomida y luego les han sometido a un suplicio para que no fueran visibles. Son los que lamentan que haya gente que se trata el cáncer con homeopatía, como si sus sesiones nazis de quimioterapia curaran y no fueran un suplicio.

La homeopatía cura y sus productos tienen los efectos previsibles, dentro de las diferencias de cada persona. Cura por la similitud, sin efectos perversos ni contraproducentes; trata a la persona enferma para que su cuerpo reaccione y combata el mal.

Tengo 62 para 63 años, no he conocido a nadie que haya sido curado por los compuestos farmacéuticos. Siempre he visto que tienen que tomar cada vez más medicamentos. He comprobado como se les destrozaba el cuerpo, a personas queridas o cercanas, e incluso como se las mataba con sobredosis después de una vida de sufrimiento. De prohibir, habría que prohibir la alopatía, pero quien quiera ser asesinado con la química que haga lo que quiera y, por supuesto, que no ose leerse los prospectos.

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La alopatía sirve para debilitar y controlar a la gente, para que hagan negocio las megacorporaciones y para que la gente no tenga salud ni ánimo para oponerse a sus dictados. Habrá que echarles del poder y de la vida pública. Larga vida a la homeopatía.