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La derecha dividida en tres: entre la refundación y la refundición

Redacción




Miguel Sempere.

Resulta difícil evaluar si el retorno de José María Aznar beneficia o perjudica a Pablo Casado. En términos de partido resulta obvio que fue una de las bazas para ganar las primarias. La doctrina Aznar que está desatando un intenso debate mediático en la derecha o el centro derecha, como púdicamente se tiende a decir, establece el siguiente silogismo: «Pablo Casado reúne todas las condiciones para ser un gran líder«, por lo que ha de procederse a la unidad en torno a él, lo que Aznar llama la «refundación de la derecha«, puesto que está dividida en tres -Partido Popular, Ciudadanos y Vox-. Lo que plantea el expresidente del Gobierno es una refundición. Toda vez que Vox ha entrado en el terreno de juego, Aznar no escatima en elogios condescendientes. Así Abascal es un «chico lleno de cualidades» si bien los votos de Vox son «antiguos votos del PP«.

Lleno completo en el Palacio de Vista Alegre. /Foto: elconfidencial.com.

Una encuesta de Metroscopia ofrece datos para alentar el debate. La principal noticia es que Vox, contando ya con el efecto Vista Alegre, se va hacia arriba y se sitúa en el 5,1% de votos, rozando el millón, lo que en unas generales le daría seguramente grupo parlamentario. Es un dato que cambiaría el panorama político español y el debate ideológico. Daría sentido histórico al esfuerzo de Santiago Abascal. Más importante aún: las tres fuerzas divididas de la derecha sumarían el 46,9% de los votos. PP, 22,6%; Ciudadanos, 19,2% y el 5,1% ya indicado de Vox. La izquierda «perdería«, pues el PSOE se sitúa primero con el 25,2% y Unidos Podemos tiene un fuerte desgaste hasta caer al 17,7 con 3,4 puntos menos. En términos de trasvase, el bloque de izquierdas pierde incluso el 0,9%, que o bien pasa a Ciudadanos o bien a Vox.

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La tesis de Aznar tiene sentido porque con estos datos la derecha podría ganar en votos pero perder en escaños, puesto que el reparto de la Ley d’Hondt prima el bipartidismo y penaliza seriamente la división. El tercero en liza es altamente penalizado y de ahí para abajo mucho más, mientras se prima al primero y se respeta al segundo. Todo depende, claro, de cómo se produce el reparto de votos por circunscripciones, de ahí que los nacionalistas, a cuya medida está hecha, sean los más favorecidos. Vox, en términos matemáticos, se encontraría en una posición similar a Izquierda Unida: dividiría el voto y lo haría inútil favoreciendo a la izquierda. Este esquema no funciona en las elecciones europeas donde el efecto D`Hondt es mucho más pequeño al tratarse de circunscripción nacional.

Albert Rivera e Inés Arrimadas, celebrando el triunfo de su partido en las catalanes. /Foto: elmundo.es.

El debate se ha convertido en mediático. Los periodistas alineados con el PP, que añoran volver a recuperar sus posiciones, están haciendo fuertes llamadas a la unidad, centrando su presión sobre la formación de Santiago Abascal. Pedro J Ramírez y Losantos están haciendo llamados a concentrar el voto en PP y Ciudadanos, toda vez que el partido de Albert Rivera es su referencia, y los datos dan una pugna sobre el liderazgo: la distancia entre PP y Ciudadanos no es suficiente para exigir ninguna rendición sin condiciones y las encuestas sobre Andalucía, el primer reto, son muy favorables en esta pugna para Rivera, mientras el voto a Vox parece concentrado actualmente en Madrid y la costa levantina. Es decir, la supuesta refundación bien podría hacerse alrededor de Ciudadanos que sustituye al PP en Andalucía y también en Cataluña, donde es preciso tener una fuerte presencia para combatir el reto secesionista. El clan Ariza, por su parte, está tratando de buscar una salida a su situación económica a través de Vox, con Julio Ariza queriendo liderar la lista a las europeas o encontrar acomodo en un puesto de salida.

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Dividida en tres la derecha perdería las elecciones. Eso, a día de hoy, con los datos de las encuestas en la mano, es un hecho. Pero la experiencia del PP de Aznar -Ciudadanos nació en 2006 a rebufo del entreguismo a los separatistas en Cataluña- y aún más de Mariano Rajoy es una desmoralizante corrupción ideológica según la cual el PP sólo ha atendido a los intereses de sus cargos y renunció a todas y cada de sus bases ideológicas en el ejercicio del poder.

El de la refundación o la mera refundición es un debate de cara a unas generales, con algún sentido de cara a municipales y autonómicas y con mucho menos ante las europeas de mayo de 2019. Los tres dirigentes –Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal– de seguro no van a ceder en sus pretensiones de ser cada uno de ellos el que lidere la refundición y, en ese sentido, Pablo Casado no ofrece una seguridad determinante en su efecto. Andalucía puede aclarar algo el panorama en contra de sus aspiraciones.