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El grupo de Bloomsbury invade Acacias

Redacción




Luis Bru.

Acacias 38 es una serie de la 1 aliñada que se mueve en la línea de las series inglesas iniciadas con «Arriba y abajo» y culminadas con «Downton Abbey» en las que se juega con dos mundos que se entrecruzan, el de los señores y los criados. En este caso, se trata del siglo XIX español. El vestuario está cuidado. Los actores funcionan bien, metidos en sus papeles, destacando sobre todos la maestría genial de la actriz Montse Alcoverro en el papel de Úrsula. La trama tiene componentes policiacos y en los primeros tiempos el contexto histórico se introducía en el desarrollo de los hechos, con componentes de propaganda monárquica. Desde la llegada del gobierno de Pedro Sánchez ha tomado un sesgo decididamente hacia la corrección política y la ideología de género.

La propaganda del sistema deviene constante, ubicua, persistente y no respeta ni los tiempos históricos. Es una manipulación que se inicia en las aulas y que se ofrece a través de todos los canales de comunicación estableciendo una ortodoxia. No deja espacio al entretenimiento. Y, por supuesto, falsea la historia, tanto la de los hechos como la de las mentalidades.

En el caso de Acacias 38, sus protagonistas han girado en los últimos tiempos en torno a una obra de teatro ideado por una de ellas y en la que participan todos como actores o como espectadores, en la que la clave es un amor lésbico que se traduce en un beso en la boca entre dos mujeres. La obra, se afirma, ha sido todo un éxito y se va a representar por toda España. Los guionistas han introducido auténticas consignas ucrónicas, de forma que comentando el hecho se dicen frases como «es un amor tan limpio como los demás». De repente, los habitantes de Acacias se han travestido en hedonistas miembros del Grupo Bloomsbury y sólo falta que Virginia Woolf, Lytton Strachey, G.E. Moore, E.M. Forster entren a tomarse un chocolate con churros en La Deliciosa, con Ciril Connally. Los guionistas han decidido, por su cuenta y riesgo, adelantar medio siglo reflexiones y mentalidades con estricta finalidad propagandística y adoctrinadora. Personajes vestidos del siglo XIX hablan como socialistas del siglo XXI. No se deja resquicio. Todo vale.

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